El Peor Mojito del Mundo (IV)


Iruña, 9 de julio
17:00 AM
Gabinete de crisis.
Lugar indeterminado.

Un barril de cerveza como mesa. En vez de lamparilla, una botella de Macallan 25 años. Compartían confidencias el Teniente Furillo y Papytu, reunidos, con gesto adusto, valorando la situación. Los dos fumaban. Uno cigarro. El otro habano. En ese ambiente es posible que no sobreviviera nada vivo. Ellos no lo estaban. Así lo atestiguaba su conversación.

-¿Sabes qué estas proponiendo?- pregunto Furillo, encendiendo otro cigarro con la pava del último.
-Lo se. Es la única manera de detenerlo. Me pondré como cebo humano detrás de una barra y esperaré.
-Sabes que la posibilidad de que pique es mínima, pero plausible.
-Me consta. Como el comienzo de una carrera musical de Operación Triunfo.

Los dos bebieron con tiento el dorado escocés con deleite.
-Hay botellas que tendrían que estar prohibidas a los profanos- aseguró el Teniente Furillo.
-Hay vidas que hay que salvar- atestiguó Papytu. Aunque no se lo merezcan.
-¿Tú lo conoces?

Tal vez fuera el whisky lo que hizo retrotraer a Papytu. Y mucho.

-Éramos tan pipiolos. Yo jugaba al balonmano y él estudiaba en Hostelería. Mejoró mucho y en poco tiempo era un barman de primera. Empezó a presentarse a concursos de coctelería y en un par de años se convirtió en el mejor barman de Europa con veintitantos. Ese fue el problema. Jamás se lo perdonaron los profesionales, mucho más veteranos que él. Lo veían como un niñato. Entonces llego Mónaco.

Otro sorbo ayudó a que siguiera hablando tras la cortina azulada del habano.

-Le tendieron una trampa en toda regla. Imagínate. El campeonato era en el casino de Montecarlo. La familia Casiraghi, familias acaudaladas y jugadores empedernidos gastando fortunas al 21 negro en la ruleta. Tan solo faltaba la reencarnación de Elvis y el Sursum corda.

-¿Qué paso entonces?

-Cayó en la trampa. Le pusieron un laxante en el hielo que empleaba para hacer los cócteles y Gin Tonics. Si vieras a Alberto de Mónaco cagarse encima de la alfombra y después los comensales…Eso era un palacio convertido en letrina humana. He visto menos mierda en el baño de un atunero en el mar Báltico. Hay cosas que no se olvidan en la vida. A partir de aquello lleva siempre su hielo. Por eso le llaman el Sensei del Hielo. Imparte justicia a los que ponen brebajes y bebidas mal puestas. Es ya una leyenda entre los barman de todo el mundo.

-Joder…eso es peor que encender tetacinco a las seis en horario infantil. Ahora entiendo su modo de actuar. Está devolviendo la mierda que le hicieron provocar.
-Así es. Por eso me tengo que enfrentarme a él detrás de una barra, esperar y procurar salvarle.
-Querrás decir detenerle.
-Imposible. Es un profesional del escapismo.
-Te reconocerá.- ¿Cuál es tu plan?
-Me disfrazaré y crearé el peor mojito del mundo. Nada de hierbabuena, lima y azúcar. Ni qué decir de hielo picado, soda ni angostura. Hielo frappe, que se deshace en un minuto, mojito dulce de sobre y mucho ron. Pelotazo sin retorno lo llaman. Eso no lo bebe ni un camello en el desierto.

-Estaremos cerca de ti- asevero el teniente.
-Da igual. No tendréis opción. Estoy acostumbrado a buscar la muerte.

Los dos, mirándose a los ojos, se desearon mucha suerte sin decir una sola palabra.