A seis días del txupinazo, a uno le da por ponerse nostálgico, algo así como cuando se acercan las navidades y otras fechas señaladas.
A uno le da por acordarse de sus pantalones cortos, de sus alpargatas y de su botita de las tres zetas, del paseo de la mano de mamá hasta el peluquero que te recortaba el flequillo, disparaba su propio cohete y agasajaba a la clientela con jamón, chorizo y queso, champán para los mayores y kas de naranja para los txikis.
A uno le da por acordarse que luego había que ir a recoger a papá, que había salido antes del trabajo y nos llevaba al Burgalés a comer unos chorizos, tu cabeza que no llegaba hasta una barra a cuyos pies reposaban montoneras de palillos y servilletas de papel.
Y en el camino de vuelta a casa, a uno le da por acordarse de aquellos hippies melenudos que te hacían fotos en blanco y negro subido al capó de uno de sus autobuses londinenses de dos pisos.
Supongo que dentro de cuarenta años, a uno le dará por acordarse de los Sanfermines de 2015. Y en 2055, uno estará a punto de vivir, una vez más, las mejores fiestas de su vida.
¡Ya falta menos!
Creo que los Sanfermines del 2015 serán para recordar.
¡Qué bonito!
Claro que sí. ¡¡Que empiece la fiesta!!
Ya falta menos.
De todas maneras, chorizo en la peluquería, chorizo en el Burgalés…
Me has hecho segregar jugos, igual este año en el tendido cambio las lentejas por unos buenos bocatas de chorizo pamplonica, de esos en los que hasta la miga se queda de color rojo… como aquél mítico anuncio de embutidos Mina, ¿os acordáis?
A ver si cuelgo un día por aquí una recopilación de anuncios sanfermineros, Sanferman.
Nostalgia de ese flequillo….