Existe un tipo de personas que todos los días aparecen por nuestra Monumental a la hora de la corrida y no son otros que los que acuden por primera vez a ver una de nuestras afamadas corridas de toros de Pamplona.
Algunos tienen experiencia previa de haber acudido a otros cosos, otros van porque alguien les lleva, otros porque han oído hablar y quieren experimentarlo en primera persona, etc. Independientemente de la motivación que les impulse, el caso es que todos los días acuden puntuales al tendido y su comportamiento se repite casi como en la película «Atrapado en el tiempo» dejándote una sensación de déjà vu. Básicamente, y sin tener en cuenta los diferentes matices, suele transcurrir así:
Imaginemos los dos foráneos típicos, no tienen porqué ser extranjeros, que han conseguido entradas de sol en la reventa. Visten camiseta blanca, vaqueros, pañuelo rojo al cuello, no llevan gorro y algunos incautos, cámara de fotos.
Comienza la odisea. Con los bolsillos aligerados por el reventa, entran todo ufanos en la plaza y se dirigen a buscar sus localidades. Una vez dentro del tendido van con la entrada en la mano intentando localizar un sitio que coincida con lo que pone en la entrada, como lo más parecido que han visto está ocupado, preguntan a los «okupas» a ver si están haciendo un uso indebido de los sitios que a ellos corresponden y los «okupas» tras pedirle la entrada, la miran y le indican que no, que los sitios que buscan están en la otra parte del tendido hacia donde se dirigen pacientemente soportando las bromas del personal y se encuentran con la sorpresa de que se repite la jugada solo que ahora les toca volver al punto de partida. Tras repetir esta operación varias veces, algún alma caritativa les indica donde pueden colocarse, ya que hoy ha habido bajas en la cuadrilla y se les hace un hueco. Una vez sentados se beben la lata de cerveza que han traído del ambigú.
Comienza la corrida. Ven que todo el mundo se levanta y comienza a cantar «Eurovisión» y como dice el refrán, «allá donde fueres haz lo que vieres», pues también ellos se levantan y se comportan como los nativos.
Sale el primer toro. Lo ven salir y cómo es recibido con el capote por el torero, en eso que sienten que les cae un melocotón que le acierta de lleno en la cabeza a uno de ellos, se vuelven para intentar localizar al agresor, pero no lo logran y la persona que le ha hecho hueco les explica que es conveniente venir a la plaza con un gorro que cubra el cerebro y les invita a probar su sangría, que todavía está fresca y el calor invita a beber. Corresponden haciendo los honores e indicándole que está «cojonuda» aunque sepa a rayos. En el ruedo continúan con la lidia y vuelven a fijar la vista en el albero, están picando al toro, pero de nuevo alguien distrae de nuevo su atención y no es otro que la persona sentada al otro lado que ha visto como el de la otra cuadrilla les ha invitado a sangría y él no va a ser menos, por lo que acaban de convertirse en jurado en un concurso de sangría no programado y que no entraba en sus planes. Caen las primeras manchas en su ropa y las reciben con desagrado. Emulando a Salomón cada uno declara ganador a su vecino de localidad por lo que se produce un empate técnico que hay que resolver. Ya han banderilleado al morlaco. Encuentran un despistado a mano que declara que son las mejores sangrías que ha probado en su vida y se cierra el concurso. Otro vaso para nuestros amigos mientras el torero se esfuerza en hacer faena y mientras a ellos la faena se la va haciendo la sangría manchándoles la ropa debido a la inestabilidad del líquido elemento en los envases plásticos en la que se distribuye y por el roce constante con los vecinos de localidad, para completar dicha faena, la sangría empieza a apoderarse de sus estómagos para posteriormente comenzar el ataque al hígado. La gente se levanta y ellos también, no van a ser menos, entonces se percatan de que ya han matado al toro y que salen las mulillas a recogerlo. Se juran a sí mismos que el siguiente toro lo ven.
….. Continuará …..
Los problemas de tener primerizos junto a tí son 2: el primero es que suele ser el cumpleaños de uno de ellos, y el segudo problema es la mala punteria de los de atrás y siempre terminas con algún golpe de melocotón.
El problema es si eres mujer y extranjera; ¿por qué os portáis con ellas como auténticos trogloditas?
Existe otra raza: los de la monocorrida. Es decir, nativos que sólo van un día a los toros, exclusivamente a tirar cosas y molestar a los demás y comportarse como cuto en cochiquera.
Una cosa que confirmo es eso de que te dicen siempre que la sangría esta cojonuda, aunque sepa a rayos y pongan cara de estar bebiendo cianuro.