Es época de rebajas. La gente circula por las calles bien amarrada a sus bolsas y las tiendas de ropa, muebles y calzado nos inundan con su publicidad. Es lo que tiene enero, después de la inflación navideña.
En Sanfermines pasa algo parecido. Nuestras fiestas suponen temporada alta para muchos negocios y de ahí que te encuentres precios disparatados en julio para según que cosas.
Pero también en esas fechas llegan los saldos. Una habitación en el hotel más lujoso de la ciudad nunca costará lo mismo el 14 que el 7 de julio.
Si quieres llevar a tus txikis a las barracas, ahorrarás mucha pasta si te esperas al día 15.
Los reventas que inflan los precios de las entradas para los toros los tiran si aún les queda papel una vez celebrado el paseíllo.
Algo parecido sucede con los vendedores ambulantes. He visto a gente hacerse con 20 pares de gafas un 13 de julio por el dinero que costaba uno el 6. Y hay también quien se espera al Pobre de Mí para proveerse de pañuelos rojos y ropa blanca para el año siguiente.
Y qué decir de la hostelería, que recupera los vasos de cristal y la cordura en los precios cada 15 de julio.
En definitiva, que San Fermín también es buena ocasión para cazachollos.
Si tienes vista y paciencia.
En mi época, las rebajas más apreciadas siempre las aplicaban los camareros conocidos o familiares de algunos de los componentes de la cuadrilla. Supongo que. hablando además de rebajas, eso no habrá pasado de moda……………………….