A un mes del txupinazo, los medios de comunicación locales son un aluvión de noticias sanfermineras. Elección de carteles, avances del programa festivo, actuaciones contratadas, toreros confirmados… Nada nuevo, pues siempre hemos sido proclives al entusiasmo cuando los hermanos Aldaz empiezan a arrearle al martillo o montamos en mayo las primeras colas en la Tómbola.
Lo que sí me ha resultado un tanto novedoso ha sido ver, ¡en el telediario de TVE!, la noticia del comienzo de la colocación del vallado. Y no lo hacen por lo espectacular del acontecimiento, no, sino por meros intereses comerciales, los intereses de ir calentando a la audiencia de cara a las próximas retransmisiones del encierro por parte de la cadena pública. En este mundo de hiperdifusión e hiperinformación, los medios de comunicación (los tradicionales y los modernillos) han hecho de nuestras fiestas objetivo fácil en esos tiempos veraniegos de sequía informativa.
Y a más difusión, más gente que viene a Pamplona, para regocijo del lobby hostelero y jodienda del vecindario, particularmente el del Casco Viejo, que ya viene sufriendo la contaminación y la reducción de espacios públicos que los empresarios que han cambiado el ladrillo por el pintxo provocan con el botellón que generan en las puertas de sus locales. De este modo, el vecindario de la Iruña más vieja abandona su barrio, primero en Sanfermines, más tarde con carácter definitivo, siendo nuestro Casco Viejo el único barrio de Pamplona que año tras año pierde población.
Y así, a lo tonto, casi sin enterarnos, estamos entregando nuestras fiestas y nuestras calles más queridas al turismo y a los intereses privados.
Y tan alegres, oigan.
Que mañana es escalera.