Firmina, hija del prefecto Calpurnio, huyó de su Roma natal a los 22 años para evitar las persecuciones de Diocleciano a los cristianos. Se embarcó hacia Umbría, pero en el trayecto les pilló un tormentón y ella se puso de rodillas en cubierta y empezó a rezar, logrando que amainase. Todo el mundo alucinó con ella. Llevó vida de ermitaña en Civitavecchia, y marchó luego a Amelia (Umbría), donde se dedicó a predicar y a convertir al cristianismo.
Como fue cobrando fama los romanos fueron a por ella. El recado le cayó a Olimpíades, prefecto de Amelia, el cual, cuando fue a detenerla, quedó prendado de su belleza y se la intentó beneficiar. Pero ella sorteó hábilmente sus intenciones y acabó convenciéndole para pasarse a su lado. El converso fue rápidamente ejecutado por sus ex compañeros. Su sustituto, Majencio, tardó poco en encerrarla.
Como no lograban hacerle renegar de su Dios, le encargaron a un tal Orsicinio que la flagelara sin miramientos, cosa que empezó a hacer, pero al poco no pudo seguir admirado por el aguante de la joven. Dejó de torturarla y fue igualmente ejecutado por ello.
Al final, Majencio, buscando cortar ya por lo sano este problema que tenía, optó por colgar de los pelos a Firmina tras haberla desnudado, obligando a la plebe a que le metieran quemazos con antorchas. Como ni aún así conseguía doblegar la férrea voluntad de la muchacha, decidió quemarla directamente. Enterraron su cuerpo junto al de Olimpíades. Corría el año 304.
Ya santificada, su valentía en la tormenta le valió el ser considerada patrona de marineros y navegantes. De hecho, en la iconografía se le representa como una joven doncella sosteniendo una embarcación en una mano, y una antorcha (el instrumento de su tormento) en la otra. Igualmente, es patrona de las ciudades de Civitavecchia y Amelia, que mantienen disputas sobre en cuál de los dos lugares fue enterrada la virgen. Cada 28 de abril la imagen de la santa es paseada en un remolcador por aguas del puerto de Civitavecchia, mientras otras embarcaciones la acompañan haciendo sonar sus bocinas.
Interesante lo de la antorcha, de ahí viene lo de las velas en el Pobre de Mí.
Tenía a la Virgen del Carmen como patrona de los marineros.
Creo que es de los pescadores, Pamplo.
Deberías saberlo, como buen pescador sanferminero.
Yo tiro el anzuelo, pero pesco poco…
Y lo muerdes en cuanto te ponemos el cebo delante, observo.