Los discípulos, o no, de aquellos que están en la historia han cambiado de lugar, cada vez más espectadores sobrecogidos por la maestría que demuestran en el manejo de los instrumentos, no siendo menor la sorpresa por lo interminables que hacen los silencios, los más veteranos parece que han hecho corpus con aquella estrafalaria prole, expectantes a la espera de que en algún momento pueda fluir una nota de aquel arsenal de artilugios corroídos por el tiempo, en un rincón de aquel paseo esperan la oportunidad para seguir demostrando sus dotes prodigiosas, una algarabía inesperada aparece repentina, no se ha tenido en cuenta la hora ni el lugar, la concentración ha hecho que nadie se haya apercibido, ni siquiera el genio de la batuta, de que es el momento de retirar a sus aposentos a los hombres y mujeres más voluminosos de la ciudad, antiguos, disfrazados que hacen huir despavorida a la chiquillería y recrear la añoranza de otrora infantes, vaya incomodidad, piensa alguno, el futuro no deja de gritar, así es imposible quedar bien, con su peculiar estoicismo esperan a que el tiempo escampe, firmes, rocosos, con el uniforme decolorado por desconchones de sudor, mas ellos, impertérritos, formados como si fuera el primer acto, alguien se adentra en el bar y pide que saquen algún refrigerio para enjuagar tanta pesadumbre.
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Algún día recopilaré la saga completa, para disfrutar de la escala ininterrumpidamente, porque estoy perdiendo la noción del esquema clásico: planteamiento-nudo-desenlace.
A mí descolocado me tiene. En otros artículos pensé que hablaba de las dianas, pero en este parece que es de la salida de los Gigantes. Igual es que cada uno es de una cosa y yo no me he enterado.
PD: Espero que la Década Prodigiosa nos haga disfrutar con sus hits » Saca el güiski Txely» o » En la fiesta de Blas»
Cierto Pamplonudo, habla de la Comparsa, porque al final dice que se meten al bar a almorzar.