Soy taurino 4


Aún a riesgo de de recibir palos por todos los lados, sé que no soy políticamente correcto y declaro mi taurinidad.

Cuando era pequeño ya me atraían los toros en toda su extensión, desde su nacimiento y cría en la dehesa, con todo el manejo de los bichos, su traslado y desencajonamiento en la plaza o en los corrales correspondientes, el encierrillo, el encierro, su pelea en el ruedo y por último su disfrute gastronómico en suculento estofado. Además me encanta toda la liturgia taurina alrededor de los que se juegan la vida ante sus astas.

He corrido encierros y he sentido lo que es tener un morlaco de 600 kilos rozando tu cuerpo, lo he visto de abajo arriba, desde el suelo e impresiona como no os podéis imaginar, es algo que no se borra de tu mente, constatas que ante su embestida no eres nada.

He sentido la tensión previa a la suelta de los toros, te estás jugando la vida, la descarga de adrenalina, la satisfacción cuando todo ha pasado y ha salido bien, por desgracia no siempre es así.

Soy aficionado, aunque no entendido, pero como con el buen vino, sé apreciar una buena faena, un buen toro, una buena lidia, que no tiene porque ser artística, y como aficionado valoro a los que se ponen delante de un bicho que los puede destrozar en cuanto logre hacer carne y que son capaces de hacer arte con tan solo un trapo más o menos grande.

Soy coherente cuando voy a la plaza, ya que procuro disfrutar de la lidia, no como los que no les gustan los toros pero acuden igualmente para no enterarse de lo que acontece en el ruedo.

Para finalizar recomiendo a todo aquel que le apetezca leer un buen artículo que sigan este enlace a  Toro de España publicado el pasado 28 de febrero, obra de Antonio García Barbeito.


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