Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos San Fermín (XVII)


–  Las ocho de la mañana  –  , Javier Manero

¡SSSSSS!.¡POUM! Segundo cohete, ya están los toros en la calle y esto se pone en marcha.

Quieto contra la pared del Ayuntamiento, escudriñando Santo Domingo abajo, quiero adivinar cómo vienen.

¡Toro! ¡Toro! Abriendo manada, no lo veo todavía pero lo intuyo, porque se va clareando el pasillo Ya estoy corriendo rápido, entrando a la plaza Consistorial.

Gritos y el sonido caliente del bufido del primer toro de Cebada Gago irrumpiendo en la plaza. Derrota a la izquierda sin apenas desviarse de su camino.

Lo dejo pasar, salto un montón, el sol en la cara saludando a la manada al enfilar Mercaderes. Dos enormes cabestros blancos y detrás un castaño siguiendo su estela .casi escondido.

¡Venga! ¡Adentro! Las piernas a todo lo que dan. Veinte, veinticinco pasos y me quito. Le veo la cara rizada, astas acarameladas y el morro hacia arriba repleto de babas. Seguramente el animal tiene más miedo que yo .Ahora pasa el resto de la manada con su sinfonía de pezuñas y cencerros resonando en los adoquines. Ningún toro ha resbalado en la curva.

Tanto miedo y he conseguido hacerlo bien.

¡Qué maravilla!. Siete de julio en Pamplona, y tengo toda la fiesta por delante.

 

–  Rojo y blanco  –  , Eduardo García

Los sanitarios llegaron a tiempo. Tranquilo, la herida no reviste gravedad –le dijeron- aunque su cara de preocupación los delataba. Apareció en medio de una gigantesca sala blanca. No era un blanco convencional; sin lámparas, era como si la luz emanase de forma natural de los objetos, de las paredes. Se encontraba solo, inmerso en ese mar de claridad, y de paz. De entre la luz aparecieron varias figuras. Eran cuatro o cinco, le rodeaban y aunque movían levemente la cabeza, sus bocas permanecían cerradas. Finalmente, pareció que tomaban una decisión, mientras una expresión satisfecha aparecía en sus rostros. Comenzó a moverse, sin saberse cómo ni por qué medios. La luz se iba intensificando hasta que apareció en una especie de corredor rojo por el que se deslizaba velozmente. Tras un estruendo ensordecedor apareció en la calle Estafeta. Entonces lo vio aparecer de entre la multitud. El toro le miró y se dirigió hacia él sin titubear. Su pitón astifino pasó rozándole la pierna. En ese momento sintió una extraña sensación de deja vu. Bueno, no es la primera vez que corro en San Fermín –se dijo-. Se palpó la pierna intacta y siguió calle arriba.

 

–  Ama  –  , Laura Puyol

Pamplona, 7 de julio de 1967.

Llevaba mucho tiempo esperando éste momento y como una chiquilla que espera su regalo de cumpleaños me puse nerviosa. Me había preparado tanto que ahora que se acercaba el gran día rogaba a Dios para que todo saliera bien.

Salí para la calle Montalbán, dispuesta a enfrentarme a mis miedos y cambiar el curso de mi historia. Me coloqué muy cerca del vallado y esperé a que viniera, rodeada de gente que disfrutaba inquieta, bailando y bebiendo sin parar.

Finalmente llegó, a lo lejos lo vi majestuoso entre la gente. Se abalanzó por la calle hacia donde yo estaba situada y pareció fijar sus ojos en mí como yo lo había hecho con él antes. Empecé a correr tan rápido como pude sin rumbo fijo. Un colapso de adrenalina me ayudaba a mover mis piernas que de otra manera se hubieran paralizado de terror. No intuía lo cerca que estaba hasta que comencé a sentir en mis piernas su respiración. Alguien me cogió del brazo y me echó a un lado, era Fermín que me abrazó con fuerza apartándome del animal y no me soltó hasta hoy.  

 

 

–  La última noche  –  , David Martínez

     Se escuchan cuatro repiques lejanos de una campana. La noche se viste de un negro azabache manchado por el goteo de pequeñas estrellas y yo no puedo dormir. El silencio se ve interrumpido por un continuo ir y venir de curiosos. Unos sólo miran, otros nos gritan.

     Entre mis hermanos se respira una calma tensa. “Resultón” parece dormir, “Lucero”, “Sombrerero” y “Ministro” permanecen sentados con la mirada perdida, y “Salpicón”, inundado de inquietud, no se ha sentado en toda la noche.

     Sólo restan unas horas para que comience el espectáculo. Nobleza, brío y confusión se mezclan en algo más de dos minutos que dura nuestra función. Uno es Jabonero, tres Cárdenos y dos son Zainos. Seis valientes seis, enfrentados veloces al destino final.

 

 

–  Un año más  –  , Estrella Brillo

Un año más. Siete de la mañana. Siete de Julio. Ducha fría para despejar la mente.  Preparado sobre la silla del salón el atuendo para ese día. Camisa y pantalón blancos. Pañuelo rojo atado al cuello y otro a la cintura. Calzado cómodo para la ocasión.

Salgó a la calle y el ambiente es colosal en mi Iruñea. La afluencia de gente es inmensa y las ganas de que llegue el momento deseado.

Nos esperan ochocientos metros de incertidumbre. Tres minutos de inquietud. Llega la hora, se acerca el momento. Son casi las ocho de la mañana y cantamos a nuestro patrón pidiéndole su bendición.

Escuchamos un cohete que nos avisa, escuchamos un segundo que nos alerta. Disparados como un vendaval  corremos mirando atrás pues nos pisan los talones los toros que trotan detrás. Momentos de miedo y momentos de tensión, hasta llegar a la plaza hemos sufrido con tesón.

Ya terminó lo peor, ya terminó el peligro y ahora comienza lo bueno, la bebida, baile y diversión, que para algo estamos en San Fermín que son las fiestas que nos hacen vivir la vida con ilusión.

 

 

–  NO ES FACIL DE ENTENDER  –  , Antonia Meroño

     No es fácil de entender, no sirve verlos por la tele, o en fotos, no, no es fácil, solo si has estado allí alguna vez, si has vivido la emoción de correr delante, si entiendes el espíritu que nos mueve, si has nacido aquí… solo entonces podrás comprender lo que se siente, por qué esperamos estos días con ilusión, por qué madrugamos tanto para los encierros, por qué algunos padres llevan a sus hijos a verlos, trasmitiéndose de generación en generación la tradición, cuidando los detalles antes de salir por la mañana, todo un ritual familiar que los pequeños recuerdan cuando se hacen mayores y les llega el esperado día en que pueden salir.