Textos participantes en I Certamen de Microrrelatos Sanfermin (XI)


–  Pobre de mí  –  , Serezade Moñino

       Era un gran día. Notaba la lucha interna entre la alegría por lo vivido y la pena por la llegada del fin, y no había un claro vencedor. Mis manos temblaban sudorosas, cayendo a ambos lados de mi cuerpo. Notaba un ligero hormigueo en la planta de los pies, el cual ascendía hasta las rodillas y se desplegaba por todas las pantorrillas. Respiraba entrecortadamente, sabiendo lo que estaba a punto de suceder. Miré de reojo a mi alrededor y comprobé con satisfacción que todas las caras irradiaban éxtasis. Apenas cabía un alfiler, y eso sólo hacía que me emocionara aún más. Podía sentir la fatiga en un pequeño rincón de mi cuerpo, luchando por salir, pero yo resistía con todas mis fuerzas, exprimiendo los últimos restos de energía para concentrarme en percibir lo máximo posible por todos mis sentidos. Alcé la vista al cielo estrellado, y tomé el pañuelo con ambas manos, a la vez que notaba la agitación correteando por mi espalda. Ya llegaba, lo sabía, y habría deseado con todas mis fuerzas atrapar ese momento para toda la eternidad. Así pues, cerré los ojos e intenté retenerlo en la memoria para siempre… “Pobre de mí…”

  

–  Este búfalo está muy enfadado  –  , Miguel Ángel Gayo

 Siguiendo la estela del afamado escritor, George y Dorothy se plantaron en Estafeta dispuestos a captar la instantánea de su vida. Atacados de obesidad mórbida y de impudicia en el vestir, resaltaban de entre la turbamulta con aquellos bermudas y camisetas de tonalidades estridentes, atentando contra las más elementales normas de convivencia entre los colores. Pero como por sus venas corría la sangre de los auténticos cowboys, consiguieron de manera furtiva colarse en primera línea y agazaparse a la espera de las reses. Y si bien es cierto que contuvieron el resuello cuando la diáspora de mozos se les vino encima, decidieron aguantar el envite y luchar por el ansiado souvenir. Fue Dorothy quien empujó a George de forma inconsciente hacia uno de los astados buscando el mejor encuadre. Y ya no le volvió a ver hasta que las autoridades la acompañaron al hospital. Pero para el recuerdo siempre le quedarán aquellas sentidas palabras que escuchó de su marido cuando tuvo a la bestia encima:

–¡Oh, dear, this buffalo is very angry!

 

 –  Un buen final  –  , Javier Camúñez

 Sé que ésta es mi última carrera. Así lo he murmurado, pero los presentes me dicen que no;

aunque la verdad es que da igual: yo lo sé y eso es lo que importa. Aunque realmente no lo dicen por mí, sino por ellos; ya que sienten que su tiempo también está cercano.

Mientras pasan los minutos previos al encierro, llegan los recuerdos. Desfilan las imágenes y las palabras; allí están las personas que han llenado mi vida. Mis ojos, casi siempre secos y algo irritados, se humedecen, mientras los sentimientos estremecen mi persona.

Hoy no tengo que despedirme de nadie, pues todos se fueron antes que yo. Hace un tiempo que la soledad me acompaña

Ahora llega el momento del deseo cumplido, cuando suena el primer chupinazo.

Y también de la despedida mientras finaliza mi último encierro, mi última carrera, mi último Sanfermin, en el momento que suena el último chupinazo. La mirada viendo la última imagen en la televisión, mientras suspiro por última vez, recostado en mi sillón preferido del asilo…