Los pantalones tenían varias manchas de esas negras imposibles de lucir, pero por la parte de abajo, así que los pude reciclar un año más. Tirando de lavadora, con tres pantalones y cuatro camisetas me voy apañando.
Este año no he cogido abono, aunque ya me han conseguido una entrada para el día siete, ese día es intocable. Al no cogerlo, me ahorro además el dinero de las bebidas y el de la merienda de los toros.
El día seis almorzamos en la peña, cada cual trae algo de casa y así nos sale mejor de precio.
Este año la comida de la cuadrilla que hacemos cada año el día diez no será en un asador cercano a lo viejo, sino también en la peña. Al fin y al cabo también comeremos bien, aunque bastante más barato. Lo importante es juntarse.
Una ensalada y lomo con pimientos y patatas es nuestro menú. Miramos a los de alrededor, una ensalada templada con gulas y gambas y unos solomillos al roquefort les esperan. Algo parecido teníamos nosotros hace un par de años, antes de que la crisis se cebase con nuestra cuadrilla. Dos amigos decidieron marcharse, pero otros tres nos resistíamos a irnos. Estaremos de otra manera, pero estaremos, nos dijimos.
Tras la comida aparecemos a la salida de las peñas, vamos un poco menos borrachos que en otras ocasiones, pero bastante más limpios.
Por el camino cogemos unas litronas en un chino. ¡A nuestra edad y haciendo botellón!, comentamos.
Después de pasar la tarde noche con la charanga, aunque con ganas de mucho más, me vuelvo para casa antes de que se me escape alguna lágrima.
Antes de enfilar el camino hacia casa veo a unos amigos que entran de nuevo al comedor de la peña con bolsas, tienen cena de empresa, ¡qué más quisiera yo que tener ese tipo de citas!
También me despido del beltza que siempre hacía el agosto conmigo, aunque hoy se va de vacío; no le he comprado nada.
Al día siguiente voy al encierro, pero después no tomaré el típico almuerzo. Lo haré en casa, a la vez que sigo convenciendo a mis hijos que ahora hay demasiada gente en las barracas, y que es mejor esperar a ir al día quince, que además es el día del niño. (Y las atracciones más baratas, pienso para mí).
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(Dedicado con cariño a toda esa gente que a consecuencia de la crisis, tendrá que vivir unos sanfermines diferentes a los de otros años).
Este año a todos nos va a tocar apretarnos el cinturón.
Ahora que pintan bastos es cuando hay que echarle imaginación al asunto.
Difícll es pasar las fiestas con cuatro euros, pero con ganas y voluntad se pueden hacer muchas cosas.
Y este relato de donde es???, De Pamplona???, Bizkaino???, Nacional???, extranjero????, por que claro, noto que se nos oculta una cierta información, aunque tal y como se llama el autor…….