Tengo a la parienta rebotada porque no le he llevado churros de la Mañueta ninguna mañana estos sanfermines. Pero es que las cosas ya no son como antes, que te pillaba muy bien después del encierro dejarte caer por ahí para quedar como un señor con padres, novias, suegros, mujeres o lo que sea a pesar de ir como un ecce homo. Este año me tendría que haber levantado expresamente para ir hasta allá. Uf, qué duro.
Mi balance se resume con este «Todo no puede ser». Circunstancias personales fácilmente imaginables han alterado el desarrollo normal de los festejos. Así, Ojobiroque, Gorgorito, Conde Rodezno, el zezensuzko y el sol abrasador de la una del mediodía han ido comiendo terreno a la jarautera, la noche y el coso taurino. No obstante, llevo a gala el no habernos quedado en casa ni un minuto a pesar del lío que supone manejar ya la friolera de ches renacuajos. Y son la excusa perfecta para seguir deleitándome con esos personajes tan incomprensiblemente arraigados y queridos como son los gigantes.
Efectivamente, todo no puede ser… pero algo sí. Me quedo con el triunfo en el «tercio de meriendillas» con una raciones de lentejas con chorizo que no se las salta un gitano, la sustitución de cantidad por calidad (qué ricos saben los cubatones cuando te centras un poquico en ellos), el ambiente callejero y el reencuentro con amigos que durante el resto del año quedan un poco a desmano. Y por supuesto, las emociones de los enanos, impagable.
Vale, vale, en mi contra una desafortunada sangría que confío que sirva para que el año que viene me eximáis de la obligación de llevarla, je, je.
Por cierto, permitidme que ponga en aviso a los lectores habituales del blog sobre la primera de las novedades que pretendemos introducir. Con el fin de hacer más llevadera la travesía del desierto, y para debatir y polemizar con un poco más de profundidad, cada semana los artículos se centrarán en un tema. La semana que viene el tema elegido es «La hostelería en sanfermines». Veremos a qué conclusiones llegamos.
Bienhallados.
Creo que el «Todo no puede ser» es culpa del sueño. Si no tuviéramos que dormir esas 5 o 6 horas diarias tal vez sí daría tiempo a todo…
Bien fácil; si te pegas sin dormir todas las fiestas te da tiempo para críos y vida nocturna…ahora, igual la cascas al tercer día