Llevo una temporada en la que por motivos de trabajo me toca viajar y recibir visitas con bastante frecuencia (en cualquier caso más de la que yo desearía).
Cuando me viene gente, normalmente les enseño el Casco Viejo, empezando por la Plaza de Toros y recorriendo de forma inversa los 849 metros del encierro para luego echar algunos pintxos.
Generalmente siempre acabas dándoles explicaciones sobre las Fiestas y obviamente sobre el encierro, que suele ser lo que al personal más le llama la atención.
Una de las conversaciones recurrentes se centra en las habituales disquisiciones sobre si las corridas son cultura, tradición o barbarie primitiva (que para todos los gustos hay opiniones); sin embargo resulta bastante común acabar hablando de la tomatina y me explico.
Uno se esmera en dar prolijas aclaraciones sobre el encierro, su historia, duración, cogidas, repercusión mediática, etc. y no sé si es que yo no me explico bien o la peña está en el limbo, porque más de una vez mis interlocutores ponen cara de que saben de que les hablo, esbozan una sonrisa y me sueltan algo del estilo de «si claro, ya lo he visto por la tele, eso del encierro es lo de tirarse tomates por las calles».
Yo no pierdo la compostura y rápidamente les aclaro que correr delante de unos bichos de casi 600 kilos no tiene nada que ver con ponerse tibio a tirar tomates al prójimo; lo cual más de una vez provoca una ligera mueca de desilusión en mi audiencia.
Y digo yo que tampoco sé porque la gente siempre me sale con la misma cantinela y que no me explico que paralelismos encuentran entre una cosa y otra.
O es que igual lo que resulta es que mi inglés es peor de lo que yo me pienso…
Yo creo que a lo que tus visitantes se refieren es a Tom Atina, vecino de Iowa, y uno de los primeros guiris que vino a Pamplona por San Fermín. Todavía hoy en varios bares del Casco Viejo está inmortalizado en instantaneas en la pared.
Famoso por cambiar de posición el nombre y apellido cuando jugaba a los dardos… Atina Tom!