Torería en noviembre 3


El pasado jueves el matador Juan Mora se desplazó a Pamplona para recoger el Premio Ciudadela la mejor toreo al natural. No voy a haceros una crónica del evento, pues esto ya ha salido en los medios de comunicación, sólo voy a daros tres pinceladas que no salen en los papeles.

La primera tuvo lugar al llegar el matador a su hotel, en la zona de Yamaguchi. Así como los musulmanes andan pendientes de dónde queda la Meca, lo primero que preguntó Juan para orientarse, era el lugar donde quedaba la Iglesia de San Lorenzo. La Capilla de San Fermín, tira mucho para quien se ha jugado la vida, y ha estado a punto de perderla, en nuestra ciudad.

Como quiera que el 14 de julio en la enfermería, Mora tranquilizase al equipo médico diciéndoles que no lo durmieran, pues tenía que ir a cenar chuletón al Egüés, sus anfitriones pamploneses le prepararon chuletas para cenar en una sociedad. Juan no sólo cenó chuleta, sino también las pochas a las que le invitaron los de la mesa de al lado. Y es que las recuerda como su plato preferido tras los tragantones de torear.

La última escena tuvo lugar echada la noche. Jotas, el del tupé, el de la espada y maillot de Induráin en el encierro de la Villavesa, reconocía a Juan Mora paseando por los soportales de la Plaza del Castillo. Lo resumió con una frase: “es torero, hasta andando por la calle”.

 


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