VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


AQUEL UNIFORME

Ana Zubieta Arricivita

Esa mañana hubo tregua con el armario. La elección en 6 de julio era sencilla: de blanco riguroso.

El atuendo de las fiestas revivió el orgullo por su ciudad; pensó en cómo la representación textil de una tradición conciliaba a personas de todo tipo de ideas, procedencias o motivaciones. Cada uno asumía uniformarse y regirse por las normas de un pacto social, acogiendo a quien se sumara a esa marea blaquirroja. Durante siete días, todos eran iguales en Pamplona. Esa aceptación colectiva del carácter popular de la fiesta explicaba el éxito de San Fermín.

Así lo confirmó al visualizar la colapsada Plaza del Ayuntamiento. Su posición le libraba de empujones y falta de aire, pero percibía nítidamente los aromas del cava y el vino, mezclados con sudor y nerviosismo. Apenas quedaban unos segundos. “Pamploneses…” Y por fin, el chispeante sonido de la mecha del cohete. Deseó gritar como los allí concentrados, pero no procedía alterar el ritmo de trabajo de uno de los despachos más respetables de Canadá. Con los ojos humedecidos, se anudó silenciosamente el pañuelo y cerró la aplicación de Youtube del móvil.
A pesar de los kilómetros, aquel uniforme le ayudó a sentirse como uno más de la lejana marea blanquirroja.

FERDINANDO, ¿ERES TÚ?

Teresa De Jesús Esteban Rojo

Uno de Enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de Abril, cinco de Mayo, seis de Junio, siete de Julio…¡SAN FERMÍN!

Primera vez para este turista. Mis primeros Sanfermines. Y era el Gran Espectáculo. Correr.

Escuché gritos. Me giré, y vi una bestia negra inmensa acercándose. Mi cerebro pensó: “¡Huye! ¡PERO RÁPIDO!”. Sin embargo, mi cuerpo se quedó estático sin moverse ni un ápice. “¡RÁPIDO, QUE VIENE!”. Pero mis piernas habían decidido que las órdenes recibidas no podían ser realizadas. En una fracción de segundo vi todo como a cámara lenta: el toro corriendo, resoplando, derribando todo lo que se interponía en su camino, acercándose a mí. Cuando la muerte era inminente, mis piernas reaccionaron y me moví lo suficiente como para evitarlo. Le vi pasar de largo. Era como Ferdinando cuando le pica la abeja.

¡Qué susto me llevé! Sí, vuestro padre pensaba que los toros eran como Ferdinando. Mansos y buenos. Pero todos ellos llevan una gran bestia encerrada en su interior. Estoy seguro que a este toro le habría picado, lo menos, una colmena de abejas, para estar tan enfadado.

Sí niños, estuve a unos centímetros de un “Ferdinando”, pero no pudimos oler flores ni estar tranquilos. Sólo pudimos correr.

PERDIDO ENTRE LA GENTE

Maika Rosel Novella

NUNCA SENTI TAN VACIO ESISTENCIAL QUE ESTAR EN MITAD DE UNA MULTITUD EXTASIADA DE BEBIDA Y DROGAS,PARECE TODO PERMITIDO Y PARECEN TODOS AMIGOS.
TODOS VISTIENDO IGUAL SINO ERES A DESTACAR. MAL OLOR Y SAQUEO ALLI DONDE NO NO PONGAS LOS OJOS SAN FERMIN QUE BONITO SE LLENAN LOS BOLSILLOS CON TU NOMBRE PERO NO CON TU NOBLEZA.