VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MATRIOSKAS SANFERMINERAS

Itziar Velasco Garralda

6 de julio. 8 de la mañana. Mamá matrioska despierta al resto de la familia. La más pequeña de todas, de nombre Temis, no quiere levantarse.
¿Pero qué te ocurre Temis?, le pregunta su madre. Me asustan los sanfermines. Es mi primera vez y tengo miedo a los toros, a tantísima gente que viene, a los fuegos artificiales y a todo lo que dicen sobre San Fermín, indica temblorosa.

Mientras, sus hermanas han cogido pintura blanca y roja y unas a otras se van tiñendo. Durante 9 días no lucirán su tradicional color madera.
Temis sigue atemorizada. Mira hija, le tranquiliza su madre: Sanfermines es como una gran matrioska, como nosotras. Hay muchas fiestas dentro de la gran fiesta, pero cada uno tiene su lugar. Es una fiesta hecha a la medida de cada persona.

Temis no parece muy convencida pero se deja pintar por sus hermanas. Por primera vez en su vida, luce traje sanferminero. Se mira al espejo y le gusta.

204 horas después, una lágrima se desliza sobre su cara de madera mientras entona el Pobre de Mí. Tendrá que esperar hasta el próximo 6 de julio, para sentirse la matrioska reina de unas fiestas sin igual: San Fermín.

LOS TOROS DESDE LA BARRERA

Beatriz Soto Lema

¡Qué bien se ven los toros desde la barrera!, pensaba uno de los organizadores de los San Fermines de ese año mientras contemplaba a aquel chico quejándose porque el evento se estaba retrasando más de lo debido.
Mientras tanto, Natsuki Adachi se preparaba para pisar por primera vez Pamplona. Todas aquellas horas de espera habían merecido la pena. Estaba tan contento que poco le importó que, a menos de media hora de bajarse en el aeropuerto, aquel mismo chico le vomitara en su traje nuevo. Con una sonrisa agradeció a aquel hombre que estaba ultimando todos los detalles para que las fiestas fueran igual de bien que siempre. Fue ese pequeño gesto el que animó Irati García a proseguir con su dura labor.
Cinco minutos después, como siempre, se animó la fiesta y el tumulto de la gente se llevó los pensamientos individuales para crear un mismo espíritu común.

FIESTA Y SENTIMIENTOS

Pablo Sesma Llano

Los motores de Pamplona y sus gentes empiezan a caldearse el mismo día 5 de Julio. Nervios durante el día, conciertos a la noche. Al finalizar nos recogemos a nuestro nido, con más nervios aún. La fiesta está apunto de estallar. Te despiertas, se va aproximando la hora del txupinazo que la amenas con el almuerzo junto con tus amigos. Ruido, bullicio, alegría, son las 12 del mediodía y el cohete manda, empieza la fiesta. Estatuas vivientes, barracas, bebida, música callejera, fuegos artificiales, encierros y fiesta, mucha fiesta. La locura ha empezado. Durante 9 días seguidos es el cuerpo el que te manda. Tienes mil actos a los que acudir por las mañanas, hasta saciarte e irte a comer unos pintxos junto a la familia y amigos, la salida de los gigantes, el día grande la procesión… Además de una fiesta, es un sentimiento que no se puede dejar de sentir. Los días van pasando y cuando llega el último día, sólo el cántico que todos sabemos acaba con todo el jolgorio, el 14 de julio, en la Plaza del Ayuntamiento donde todo empezó, despedimos a esta fiesta con los pañuelos en alto cantando al unísono el «Pobre de mi». Vuelve pronto querida fiesta.