VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


ECOS DE LA FIESTA

Esperanza Tirado Jiménez

Qué distinta se veía la Cuesta de Santo Domingo en un día corriente, sin los mozos abarrotándola ni los morlacos derrapando por sus adoquines. Aún siento el eco de cada carrera cuando recuerdo mis paseos por esa calle que, para mí, siempre tuvo algo mágico. Puede que fuera por la protección del Santo.

Llevo conmigo las vibraciones de la fiesta de los Sanfermines en mi corazón. Que, por avatares de la vida, hace mucho que no puedo disfrutar de ellos en esa bendita tierra.

Desde la distancia, en mi segunda casa, Canadá, el país que me acogió como uno más, vuelvo a sentir la emoción y los ecos de la fiesta cuando se acerca el mes de julio. Una pequeña imagen de San Fermín en la estantería y un pañuelo rojo en mi ventana decoran mi casa durante estas fechas tan especiales.

SU BELLA MIRADA

Mª Luisa Caballero Ruiz

El, salio corriendo como un corredor de fondo tan rápido sin mirar nada solo quería que eso acabara, le asustaba todo el revuelo, sentía el acoso, pero llegó el momento que se sintió vistoso y feliz corría sin trabas sin que nadie le interrumpiera su carrera, se cruzaba de vez en cuando algún corredor, ya no le molestaba su presencia, el lo esquivaba, entusiasmado su cabeza negra pasaba por aquellas calles que no conocía, en un momento resbaló, se callo, y nuestras miradas se cruzaron la mía y la suya, yo me vi en el espejo de su retina, el supongo que también estaba asustado, me miro, su cabeza se dirigía a la mía, solo me salvo de la muerte, los dos tablones que estaban colocados de tal manera que allí paro, me miró, intentó introducir su cabeza negra y sus grandes astas entre ellos, se levantó me volvió a mirar y siguió adelante. nunca olvidare su mirada.
Pasan los años yo que entonces era una niña de ocho años nunca lo olvidé, esperando volver a ver aquella mirada.
Me he aficionado tanto a las fiestas taurinas que siempre estoy presente sobre todo en las corridas, siempre recordando a aquel bello animal negro maravilloso.

TOMANDO NOTA

Calixto Pérez Gutiérrez

Hacía años que no lo veía, pero sabía que era él. Cuando estuve de Erasmus, vivió en mi calle todo el curso. La casualidad había querido que nos encontrásemos a diario durante aquellos Sanfermines, cerca de la plaza de toros o en cualquier sitio. Me extrañaba que su atuendo siempre mostraba un blanco impoluto y su pañuelo estaba perfectamente anudado . Al no llevar nunca gafas de sol, pensé que podría ser ciego. No sé como llegué a esa conclusión, pues los ciegos las llevan… Anoté la reflexión en mi libreta. Lo analizaría más tarde.

Imaginé que probaba un traje que repelía la suciedad por encargo de una textil… O que pudiera estar muerto y solo yo lo veía, como pasa tanto en el cine actual.
Nerviosa, pregunté al hombre. Solo me salió un hilo de voz y él amablemente se acercó. Vi que se cubría la boca y nariz con la mano.
A la pregunta sobre su impecable imagen, gritó mientras se alejaba:
-Duchándome y cambiándome de ropa a diario, ¡Joder! –dijo—¡Ya podías probar!
La respuesta me extrañó. Escribí en la libreta: Ducha diaria. Mientras, leí una nota anterior que cuestionaba: ¿Por qué no ligo?