VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EMBESTIDO

Iñaki Azcárate Diez

Había llegado a un punto sin retorno. Tenía la sensación de haber corrido como en otras ocasiones, en el mismo lugar, la misma distancia, y había terminado atrapado al lado contrario de la calle. Era domingo y, a diferencia de días anteriores, el recorrido estaba abarrotado de otros que, como él, mostraban un rictus entre sorprendidos y atemorizados. Aquellas bestias de cabeza interminable se cernían sobre ellos sin posibilidad de escape, mucho más rápido de lo que recordaba. Se quedó inmóvil en aquel ridículo chaflán, esperando que fuese otro el objetivo elegido. Los gritos de pánico de aquellos que, ante sus ojos, desfilaban a cámara lenta buscando otro refugio similar al suyo acabaron por sumirlo en un estado catatónico que le impidió ver los brazos que lo rescataron de su improvisado patíbulo justo a tiempo de evitar la embestida. Cuando por fin se rehízo vio como la multitud se alejaba calle abajo, y por primera vez fue consciente de lo que había estado a punto de suceder de no haber sido por la rápida reacción de su padre, que evitó que la verga de aquel malencarado kiliki cayera irremediablemente sobre su cabeza.

ÚLTIMAS VOLUNTADES

Maria Loizu Chao

Maternidad, Hospital Virgen del Camino, 7 de julio.

“Quiero que cuando llegue este día estés feliz. En tus primeros años de vida disfrutarás de las barracas y los algodones de azúcar. Temerás a Caravinagre. Los gigantes te parecerán auténticos colosos y sus vueltas te fascinarán… Crecerás, reñirás con tu padre por traspasar la barrera horaria de los fuegos. Bailarás al son de las peñas y evitarás ir a los toros el siete de julio después del primer cumpleaños feliz. La emoción de poner el contador a cero y anudarte el pañuelo te hará saltar de la cama muy temprano…”.

– Lo siento, tenemos que intervenir ya o pondremos en peligro la vida del niño.

Ella asintió y dejó de escribir. Sabía que con su enfermedad no resistiría la cesárea. Cerró los ojos, estaba tranquila. Se concentró en el alboroto que llegaba desde la calle y pensó cuánto había disfrutado aquellas fiestas. Recordó una imagen: era ella, adolescente, sonreía frente al espejo, últimos retoques. “¿Hoy también vas a salir?”. “Claro mamá, como si no hubiera un mañana”. Sarcasmos del destino.

Cinco horas después, el padre cogió en brazos por primera vez a su hijo y respondió a la enfermera:

– Fermín, se llamará Fermín.

QUERIDO SAN FERMÍN

Javier Muruzábal Cuevas

Querido San Fermín:

Me llamo Javier, tengo 8 años y soy del Casco Viejo. Te escribo esta carta porque mucha gente te estará rezando y estarás muy ocupado atendiéndoles. Eso, y que me gusta más escribir que rezar.

Ya sé que mucha gente te pide cosas y que es muy difícil hacer caso a tantas personas, pero lo mío es muy importante. Quiero que las fiestas de este año sean las mejores, que todo el mundo se porte bien, que los toros no pillen a ningún mozo, que los fuegos artificiales sean bonitos, que papá y mamá me lleven por lo menos un día a las barracas, que Caravinagre no me pegue muy fuerte, que nadie cuelgue banderas gigantes durante el chupinazo, que traten bien a las mujeres y que Osasuna vuelva a subir a Primera División.

Lo de Osasuna es muy difícil, ya lo sé, pero por pedir… Eso sí, hazme caso aunque sea en lo de los Sanfermines porque a los que vivimos en Pamplona nos gustan mucho estas fiestas porque son las mejores del mundo. Además, no solo me harías feliz a mí, sino que mucha gente se pondría también muy contenta si lo cumplieras.

Muchas gracias y, ¡viva San Fermín!