VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


TXIRRINTA

Jaime Martín Martinez

Sombrilla y toalla en mano, su pareja sonríe y la niña coge el cubo con ilusión, él tiene un ligero gesto agrio. Ya en la arena se sienta en la hamaca, su mujer le habla, pero él no oye. Sí, su cuerpo está ahí, en primera línea de Mediterráneo, pero su cabeza está en la mesa, con el jamón con tomate, los huevos fritos, el vino y lo más importante, sus amigos. Mira el reloj y quedan diez minutos para que estalle la fiesta. De repente oye su nombre y se da la vuelta con resignación. Su mujer lo mira moviendo la cabeza en modo de negación y respirando profundamente, se agacha y busca en su bolso. Le da un sobre. Él lo abre viendo la sorpresa.

“Anda vete, el autobús sale a las 15:00 de la tarde y estarás en Pamplona para los fuegos artificiales. Nosotras llegaremos el quince”.

Le cambia la cara y una sonrisa aparece. Ahora sabe porque se casó con ella. Besa a su mujer con pasión y a su hija con delicadeza y saltando se va al apartamento a preparar la maleta. En ella un pañuelico rojo que se había traído es lo primero que pone.

EMOCIONANTE REENCUENTRO AMOROSO

Isabel Lizarraga Vizcarra

Quería recobrarla y corrí entre las calles repletas de gente buscándola… La confundí con alguna muchacha de cabello lacio y cara delgada, con aspecto deportivo. ¡Qué tremenda decepción!
Me apresuré hacia la Plaza del Castillo y las calles cercanas, apartando a la muchedumbre que estorbaba mis pasos: ¡sabía que sólo podría encontrarla ese día y en mitad de las fiestas! ¡Qué afán: diluirme de nuevo en su cuerpo y que la vida, como entonces, también fuera lo mismo! ¡Conseguir el reencuentro!
Los balcones del Ayuntamiento se abrieron de par en par para componer el estallido del chupinazo. Yo pretendía respirar su mismo aire, quería recobrar la melodiosa cadencia de los fuertes latidos de su corazón. ¡Hallarla y fundirme con ella!
En el fragor de la fiesta, un chico me ofreció su botella, un viejo me quiso abrazar, los mozos de una peña se empeñaron en hacerme a bailar… ¡No, todavía era pronto! ¡Aún no la había encontrado!
Cuando todo acabó y me resigné a no hallarla, cuando las fiestas huyeron sin ella, un amigo me dijo: «Era absurdo: no la puedes encontrar. ¡Jamás serás la misma que se divertía en los Sanfermines a los veinte años!»

CUENTA ATRAS

Judith Erstabolite Medina

Esta historia comienza el día 5 de junio cuando los nervios recorren todo tu cuerpo que solo piensas en las horas que quedan para postrarte frente al ayuntamiento y empiecen las fiestas que todo pamplonica esperamos. Día 6 de julio tras no haber dormido nada te viste de blanco te pones la faja y el pañuelico en la muñeca y esperas las horas hasta que por fin llega ese momento. Pero lo más curioso de esta historia fue la primera vez que mi padre me dejaba plantarme frente al ayuntamiento pero a regañadientes diciéndome que estaba loca. Lo que recuerdo fue que pasaban las horas y cada vez se veía menos hueco, la gente seguía llegando cada vez estabas más apretado más nervioso la gente chillaba como loca con ganas de que empezaran pero para mí esos momentos fueron terribles. Recuerdo de estar con mis amigas cuando apenas faltaban dos minutos para las 12 cuando perdí el conocimiento por la falta de aire y al recobrar otra vez el sentido pude ver como caían confetis en mi cara y decirle a mi amiga que pasaba tan solo tenía 18 años me puse el pañuelo en el cuello y seguí la fiesta toda la día.