A VER QUÉ SE ME OCURRE…
Maria Carmen Apezteguia Garcia
Ya está en marcha el VI Certamen de Microrrelatos de San Fermín. 204 palabras para hablar de los sanfermines. ¿Y qué se puede decir de los sanfermines que no se haya dicho ya? No sé… podría hablar del encierro y su emoción, nada que no se sepa ya, del ambiente, de sobra conocido, del pañuelico y la ropa blanca, de la tensión del chupinazo, del nudo en el estómago y los pelos como escarpias con la jotica en la procesión, los almuercicos, el sorbete, los amigos, sentarte en el suelo sin que nadie te mire como a un bicho raro, tocar el cielo desde la noria, las caritas ilusionadas de niños y padres con los Gigantes y Cabezudos, bocas abiertas ante la explosión multicolor de los fuegos artificiales, la morriña de los baldes de agua en el Riau-Riau, música por todas partes, La Pamplonesa, bandas, jotas, conciertos, jazz, corridas de toros con sus más y sus menos, pero la merienda que no falte, el calimocho, el agua, ¡¡que también se bebe agua!!, teatro, espectáculos callejeros, los guiris, la lagrimilla suelta en el Pobre de mí, el pañuelo del “ya falta menos” en San Lorenzo… Nada, que no se me ocurre nada……….
EL PEQUEÑO DE LOS GIGANTES
Daniel Priego Lacosta
Las primeras notas iban sonando y con ellas todo un festival folclórico de acordes y colores que inundaban las calles de alegría y jolgorio. Unos seres extraños y gigantescos emergieron desde la tierra y acompasados con la música daban vueltas y vueltas sobre sí mismos encabezando la festiva fanfarria. Entre el gran tumulto unos picarescos personajes de gran cabeza iban golpeando con una verga a los niños, quienes reían y buscaban entre carcajadas y escapadas a los pintorescos personajes para que fueran golpeados. En medio del gentío, un niño junto a su padre contemplaba atónito el espectáculo. Con el estruendo de un pequeño triquitraque el niño dio un brinco y agarró fuertemente la mano de su padre. Al principio con miedo y después con incertidumbre. Miró hacia arriba y vio en su padre una sonrisa dibujada. Este lo cogió poniéndolo sobre sus hombros y empezó a danzar imitando el balanceo de aquellos gigantes. El niño, sin darse cuenta empezó a sentir un hormigueo que le subió desde el estómago hasta los labios convirtiéndose en una brillante sonrisa. Sin darse cuenta se había convertido en una pequeña parte de la fiesta de San Fermín.
MEA CULPA
Francisco Javier Torres Gómez
Denostada, ninguneada, triste y amparada en mi propia soledad, me dispongo a vivir los últimos momentos de mi efímera vida. Pronto seré engullida por el propio olvido, el precio que estoy condenada a pagar por haber demostrado debilidad en el momento menos oportuno. Mi torpeza, que no impericia (la experiencia fue demostrada en numerosas ocasiones) condicionó la falta de atención de la que siempre he hecho gala, con tan mala fortuna que fui vencida en el mismo instante en el que la bulliciosa comitiva alcanzaba el acceso al foso. Condenado destino…los mozos se encontraron con las tablas de frente y besaron el albero mientras los astados los avasallaron ciegos de ira. La puerta se cerró y yo, bisagra maldita, fui desterrada al reino de lo prescindible. Aquí espero a ser fundida, a entregar mi esencia, con el triste recuerdo de aquel 2013 grabado en la memoria…