VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL LUGAR PERFECTO

Sebastián Correa Macarro

Pamplona. Seis de julio. Plaza del ayuntamiento. No cabía ni un alfiler. A ninguno de los dos nos gustan demasiado las aglomeraciones de gente, así que conseguimos un balcón bien situado, para no perdernos ni un detalle. Ella estaba fascinada por el ambiente. Yo, muy nervioso y concentrado en el lanzamiento del chupinazo: era mi señal para entrar en acción. El alcalde estaba terminando su discurso y el momento se aproximaba. Mi corazón latía tan fuerte que creí que todos podían oírlo.

“- ¡Mira, Raúl! ¡Lo están colocando!” – Llegó la hora.

“- Sara…” – Me arrodillé a su lado.

“- ¡Ahora no, que ya está encendido!” – Abrí la cajita.

“- Sara, mírame.” – El cohete estaba a punto de despegar.

“- ¿Qué es eso tan importante que…?” – Daba la sensación de que todo el planeta había enmudecido a la vez que ella. Parecía que sólo estábamos nosotros dos. Y el primer cohete estalló en el cielo de Navarra.

“- Sara, ¿quieres casarte conmigo?” – Sus ojos verdes comenzaron a derramar lágrimas de felicidad. Un segundo cohete dio paso a su respuesta.

“¡Sí, claro que sí!” – Entonces supe que había sido el lugar perfecto, en un día perfecto, que nunca olvidaré.

SÍ, PERO NO… PERO SÍ!!!

Juan Carlos Aoiz Breango

El día 6 de Julio, a las 12 en punto, estoy en el zaguán del Ayuntamiento escuchando la Biribilketa de Gainza, pero ni toco el txistu, ni llevo txapela roja de gaitero.
A las 20:00 estoy en el Riau Riau (oficial o no) pero no bailo con los mozos…
Todos los días, voy puntual a la dianas, no llevo periódico, no como churros, ni “delante de los toros correré”…
Los días 7 y 14 estoy en las procesiones, voy de blanco, pero no llevo ni faja, ni pañuelico rojo y cuando se pone en marcha el Santo, no le veo nunca la cara…
Nos acercamos a la calle Curia, pasan las autoridades municipales… ni silbo, ni aplaudo…
Todas las tardes, voy al paseíllo. Tampoco voy nunca por delante de las Mulillas…
Voy a todas las corridas de toros… ni me mancho en el tendido de sol, ni sé quien torea cada tarde…
Parece un quiero y no puedo… sí, pero no…
Pero no cambiaría esto por nada, porque… ¡soy un músico de La Pamplonesa!
Y por cierto, veo todos los días los fuegos artificiales con mi familia…

EL CUENTO QUE ME LLEVÓ A PAMPLONA

Estela Hernández Rodríguez

Que las fiestas de San Fermín son mundialmente muy conocidas, eso lo sabemos. Pero encontrarnos de casualidad con la hija de un cura nativo de Pamplona y que en Cuba renunciara a su hábito por amor hacia su madre y a la vez me contara aquí en Cuba de su experiencia en una esas celebraciones, ¿quién iba a pensarlo?.
Pues sí, ella cuando visitó el terruño de su padre hace unos años, por esos días se realizaban esas fiestas y pudo disfrutarlas, lo cual describió con orgullo, lo interesante y espectaculares de éstas. De ahí que pictóricamente reflejara en su anécdota todo el bullicio encantador, que tal parecía estarlo yo viviendo, en la mismísima Pamplona.
Así, me imaginaba según me contaba María, a aquellos hombres, con sus trajes combinados blanco y rojo mezclados en la carrera de sudor, risas y alguna caída, en desafío con los toros de pura raza, pero siempre con la alegría de disfrutar el encierro de San Fermín. Fiestas que pude disfrutar gracias a los cuentos de María.