VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


TORO DE LEYENDA

Santiago Navajas Gómez De Aranda

Soy altivo, arrogante y, sí, busco la muerte pero porque amo la vida. He vivido pocos años pero intensos, plenos de esplendor en la hierba. Mis hermanos y yo, desnudos y brillantes bajo el sol, hemos galopado con la fuerza y la bravura montando sobre nuestra espalda. Imitábamos al antiguo dios que se convirtió en un toro blanco y raptó a una doncella en aquellos lejanos tiempos en los que los hombres y los titanes, las bestias y los ninfas vivían en armonía. Cuando lo más importante era vivir rápido, morir joven y hacer un bonito cadáver. Como el héroe, prefiero vivir en el recuerdo admirativo de los hombres que en la ignorancia de una existencia mediocre de un bienestar sin lucha. Morir y matar son dos caras de una moneda que arrojada al aire sé que conspira contra mí. Cuando el sol de la tarde reverbere en la espada, embestiré por última vez con ardor y amor, sin temor ni temblor. Mi propia sangre será mi última bebida y los aplausos finales que reciba mi cuerpo mutilado serán la recompensa final para una voluntad que nunca pidió perdón y ahora exige vuestro respeto. ¡Silencio! Suenan ya los clarines…

6 DE JULIO

Maite Agós

6 de julio, 8:00h de la mañana. Saco mi precioso vestido blanco guardado con mimo para el día de hoy, las sandalias rojas y el pañuelico atado en la mano. ¡Ay! esos tiempos en que mi vestuario era la camiseta de propaganda y las zapatillas viejas para el txupinazo, Amaia, ya no eres la que eras. Bajo a desayunar, para almorzar huevos revueltos con jamón y vino. Sí señora, entiendo su cara, ¿desde cuándo el vino que te ponen es bueno y en copa? Salgo a la calle y sonrío amablemente a un chico vestido con ropa de trabajo, ¡pobre! Tener que trabajar en San Fermín. Me mira mal, normal que esté enfadado si se va a perder las fiestas. Se nota en la calle la tensión, las prisas… muchos aún no se han vestido de blanco. La villavesa repleta. ¡Son casi las 12h! La plaza está llena, me cuesta encontrar a mis amigos, saco una flor gigante de peluche para que me vean y un megáfono. Pipipipi, pipipipi, las doce, suena el txupinazo en mi reloj. ¡Viva San Fermín¡ Me pongo el pañuelo, salto y doy abrazos. Buenos días, mi nombre es Amaia y voy a ser su guía, la plaza Navona…

EL PRIMER ENCIERRO: AYUDA A UNA CRISIS

Mikel Xabier Octavio Olaetxea

Cuentan que hace muchos, muchos años, en los corrales de la Cuesta de Santo Domingo, vivía una familia que cuidaba a los toros de la corrida y un rato antes de que comenzase, el padre con su hijo mayor a caballo subía los toros hasta la Plaza Mayor, que se cerraba para el evento.
Un año de crisis y hambruna, el padre tuvo que vender los caballos para poder comprar leña y alimentar a su numerosa familia. Cuando llegaron las fiestas, el padre no se atrevía a contar su situación, y decidió continuar con la tradición. No le importaba morir y desesperado, decidió que a pie y con sólo una vara intentaría llevar los toros a la plaza. No tenía nada que perder. Cuando llegó el momento y abrió la puerta del corralillo, se encontró con sus hijos y sus amigos con una vara en la mano, esperando la salida de los toros. Corriendo delante de ellos, los llevaron a la plaza.