VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


OJOS DE MIMO

Pablo Loperena López

Hola, amigo, mi jornada ha acabado, siéntate conmigo.
¿Que qué son para mí los Sanfermines?
Una marea blanca y roja que viene y va. Una explosión, es el chupinazo, la fiesta ha empezado. Idiomas del mundo revueltos y enlazados. Una batucada de Brasil, acróbatas de Argentina, la quena de Ecuador, australianos en sandalias, guiris a mansalva. Padres y niños, gigantes y cabezudos. Están montando un escenario, ¿quién tocará hoy? Lluvia, calor, días grises y soleados, noches luminosas en las que nunca falta una canción. Risas, abrazos, ligoteos triunfantes y otros frustrados, lloronas de alcohol. Los mozos camino del encierro con el periódico enrollado y esos otros, con tan mala cara, después de una noche de gaupasa. Todo condensado en treinta metros cuadrados de hormigón.
¿Que quién soy yo?
El 6 trabajé de policía, el 7 de minero, el 8 de gladiador. El 9 me llamaba Rambo, el 8 Napoleón, el 10 Cristóbal Colón. El 11 fui un hombre invisible, el 12 un dios griego, el 13 estatua de mármol en su pedestal. Hoy he viajado a la luna: si me echas una moneda, bailaré para ti.
¿Qué es eso?
¿Ya es la hora de las velas?
El año que viene más y mejor.

LAS CIGÜEÑAS QUE ANIDABAN EN LOS CAMPANARIOS

Cristina Fernández Valls

Se declararía al llegar a la plaza. Sí. Triunfante, con el pañuelo rojo al cuello, el corazón al trote y las pupilas dilatadas. Se deslizaría entre las bestias, pisaría la arena y saltaría las defensas para llegar a la fila de bancos, arrodillarse frente a ella y decirle: “Te quiero. Te quiero más que al sol, más que al cielo y a las cigüeñas que lo ocupan en primavera”. Ella se agacharía, le besaría y todo sería perfecto.
Dio dos brincos, estiró los cuádriceps y lanzaron el cohete. Corrió. Corrió sin pensar, sin ver, sin escuchar. Dos compañeros saltaron hacia el vallado. Él siguió corriendo. Sintió calor en la espalda, llegó a la curva de Estafeta y derrapó en el empedrado. Oyó un grito. Un dolor intenso le atravesó los abdominales, voló, cayó, el mundo se volvió negro. Un líquido caliente resbaló por su camiseta, más gritos, una mano en la nuca. Su corazón palpitó una vez más, otra, otra… Se le humedecieron los ojos y quiso seguir corriendo, llegar a la plaza, saltar la valla, trepar entre los bancos, arrodillarse. Despegó los labios y musitó algo.
-No hables chico, que ya llega la ambulancia…
Y dejó de existir.

¡GRACIAS, SAN FERMÍN!

Ainara Gómez López

Era una tarde de julio y Matt vino a visitarme a casa. Suele venir cada sábado porque vivimos en ciudades diferentes y solo nos vemos el fin de semana. Para mí él es único, el mejor amigo que alguien puede tener. Está siempre ahí para mí, dispuesto a ayudarme con cualquier cosa y ha sido mi compañero de aventuras durante estos últimos años. Nunca he tenido la posibilidad de agradecerle todo lo que ha hecho por mí debido a mi situación económica, pero hice un esfuerzo y decidí regalarle un viaje a Pamplona para disfrutar de los San Fermines juntos. Cuando estaba a punto de irse le dije que tenía una sorpresa y necesitaba que el siguiente viernes tuviera la maleta, el DNI y muchas ganas preparados para una escapada de fin de semana. Intrigado y sorprendido, aceptó. Cuando llegamos a la calle Estafeta me abrazó y me dio las gracias tantas veces como pudo. Después, cenamos y fuimos a dar una vuelta. Acabamos subidos en una noria y cuando estábamos arriba del todo me besó. Llevaba esperando ese momento tanto tiempo que me pareció estar en una película. Fue muy bonito, y desde aquel fin de semana llevamos saliendo juntos 10 años.