8 APELLIDO ANDALUSE
Miguel Bañales Iturri
-Disen que a la tarde salimo ya, menuda pesadé de viaje, epero que hagamo varia paradita.
-No va a vení bien, aquí ya hase musho caló, allí hará meno. Eso sí, en la plasa no o dejéi hacé ná, como lo hablamo, y a saco, con Padilla no o sebéi musho.
-De paso podiamo devorvé a Arribas.
-Creo que ya lo tienen maniatao en el asiento del copiloto, hoy lo han devio traer der club, pa aproveshá er viaje.
-El manso me comentó el otro día que se come bien. El ensierro, un agobio, voy a ir como un cohete, paso de tanto pesao, encima en Domingo a reventá.
-Jode que aburrio que soi, hay que da epetáculo, que musha gente der paí se levanta po la emosión, pa vé si nos cargamo arguno, no pa vé un ensierro limpio de do minuto, que luego nos ponen fama de pagafanta y nos ponen er domingo a vé si invitamo a arguna a argún guiri desorientao, hay que hacerse de repetá má , por mi parte el primero que va a caé e el pequeñocalvoguindisha de Santo Domingo, ar Cruchaga ese, a muerte, que pena que no corran Garsía o er Shengue.
POBRE DE MÍ
Joan Company Arpa
Corro encierros en Anodrac, donde prohibieron las corridas y se celebran correbous, en una plaza desmontable, como la de Carcastillo. Cuando corrí en Pamplona mi primer encierro, creí jugar en el Camp Nou un partido, después de patear por campos de regional, defendiendo los colores del pueblo.
Afronté el momento acojonado. No encuentro palabra mejor para describir mi pánico. Tras la carrera en los sanfermines pamplonicas, ¡menudo cuerpazo me quedó!, no cabía en mí. Narré la gesta como algo insuperable.
Canté a San Miguel el mismo canto que en Pamplona entonan a San Fermín; recorrí la calle del susodicho santo, cuesta abajo, como si fuera la Cuesta de Santo Domingo. Seguí por la calle Mayor, donde Correos, como si fuera Estafeta, para doblar la curva de la plaza del Mercado, frente a la iglesia, idéntica a la de Mercaderes. Llegué de forma impecable al ayuntamiento, no se formó ningún montón en la puerta del coso, donde el trayecto del encierro se fusiona con las barreras de la plaza. Crucé victorioso y me creí Messi en el gran templo del futbol. Tras mi encierro catalán, añoré Pamplona. No es lo mismo un padrenuestro en una capilla que una misa solemne en una catedral.
ESTÚPIDOS SAN FERMINES
David Sanjuán Conde
Y encima, se ríen. Cuando ese tonto, feo, malo y malísimo cara vinagre, me persigue, papá y mamá se ríen. ¡Mamá también! Aunque me haga llorar. Y mamá siempre se enfada cuando algo me hace llorar. Pero el estúpido cara vinagre no. Él le hace gracia.
Y encima papá no debería reírse tanto, porque mamá está super enfadada con él porque quiere correr delante de un toro. Un toro que es MÁS grande que papá. Y un toro que es más grande que papá es muy cacho pedazo de TORO.
¿A quién le pueden gustar los San Fermines? Cara vinagre, y toros más grandes que papá. Y encima esto no acaba aquí…los GIGANTES. Son ENORMES. Aún más grandes que papá. Y dan miedo, porque…bueno, porque son GIGANTES. ¿A quién le pueden gustar los GIGANTES?
Y encima, los fuegos artificiales. Bueno…esos no están tan mal como cara vinagre, son bonitos, es verdad. Pero hacen mucho ruido. El “pum” cuando estallan da MIEDO. Es como una bomba que hace PUM y estalla.
Pero a mis padres les encantan. No sé qué tienen los estúpidos San Fermines que encantan a mis papas. ¡Y ahora encima se me escapa volando el globo! ¡Estúpidos San Fermines!