TODO POR LOS TOROS…
Héctor Alfredo Placenti
TODO POR LOS TOROS…
A la espera del tremendo “Xupinazo”, anda medio país, y el mundo que ha conocido estas fiestas, quiere estar presente. Gozando, participando. Quieren ser protagonistas de lujo. Gran romería, alegría de exportación. Se alquilan hasta los balcones más diversos y pintorescos. Todo está de remate. Al mejor postor y mejor pastor…
No se escatiman gastos. Cuando es fiesta, es fiesta. Nubes de felicidad pintan cielo de Pamplona. Esperan la suelta de los toros, que saldrán como buscapiés. San Fermín, cuida, ayuda, protege. Corren mezclados, agudos corredores y montones de atrevidos que se atreven al jabón, del experimento taurino.
Adoquines, acerados, resbaladizos, soportan huida, histórica. Vibra Navarra. Desborda la gente que intenta colorida suerte… Con encuentros, tropiezos, amores, amistades, y tragos diversos. Explota Pamplona.Delira…
Todo por los toros…La suelta, el encierro, la corrida e incomparables carrozas, forman un carnaval diferente. Donde el protagonista es usted. Usted, que se atreve a torear. En un entorno festivo de valor y destreza. Porque todos juegan este juego que ha venido para quedarse. Anímate…
Una tradicional fiesta que da brillo a una ciudad que se engalana. Donde cuelgan de esquina a esquina un cordel con banderas a granel, verdes rojas y amarillas.
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Iranzu Lecea Malagón
6 de julio. Euforia. Alegría. Felicidad. Bienestar. Júbilo. 14 de julio. Tristeza. Vacío. Pena. Abatimiento. Desconsuelo. Un sinfín de sensaciones, emociones, sentimientos. Todos ellos vividos en los días más intensos de nuestra ciudad. Pamplona. El reloj va cambiando. Faltan 350 días, 280, 100, 1… Nos importa la cuenta atrás como si de un hijo se tratase. Lo esperamos impacientes. Para disfrutar al máximo.
No importa el color, la edad, todos compartimos estas fiestas. Las vivimos. Extranjeros o no extranjeros, ¿Qué más da? Aquí tenemos los mismos colores, una nube blanca con reflejos rojos.
Aquí nacen amistades, crecen los amantes, se reproducen los buenos momentos y mueren los problemas. ¿Qué más podemos pedir? Nos sentimos como aves, volando libres. Las calles están inundadas de gente, a cualquier hora, en cualquier lugar. Y aún así nunca hay demasiada. Cuanta más mejor. Nos aferramos a la multitud y compartimos las vivencias. Reímos, sutilmente o a carcajadas, ¿Qué más da? Siempre es ocasión de sonreír. Siempre es hora de disfrutar. Siempre es San Fermín.
SÍNDROME DE USHER
Raquel Boronat I Cerdà
Siento ganas de contarle al mundo los recuerdos de toda una vida e irremediablemente empieza a surgir la verborrea incansable que no puede sino llenar la estancia de la morada donde me encuentro.
Es un monólogo el que empiezo, una disertación que oscila entre la brillantez de unas lúcidas palabras y las incoherencias plagadas de oscuros capítulos inconclusos.
Desde mi forzosa reclusión todo tiene un cariz diferente y los aromas me hacen evocar… percibo el despertar de la mañana con el tímido rocío que pugna por desaparecer para dar lugar al dulzón olor de las flores, exhalo el agua que corriendo por las calles se entremezcla con fragancias etílicas propias de la uva fermentada, huelo el repiquetear del calzado después de una noche de alegría, olisqueo el despertar bravío de las reses, me impregno del olor a pasto y finalmente todo mi ser rebosa de efluvios a vida, a fiesta, a verano…
Sonrío tomando la pequeña mano de mi nieto Fermín que hoy cumple siete años, le transmito todo el amor que me inspira este día relatándole el porqué de su nombre mediante el lenguaje dactilológico pues ambos somos síndrome de Usher, somos sordociegos y un año más es siete de julio en Pamplona.