VII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL ENCIERRILLO

Miguel ángel Peñuelas Ayllón

La tenue luz de las farolas de los corrales del gas esconde la manada. La luna platera alarga sus sombras por el tendío de la calle. Un silencio sepulcral paraliza las tantas lenguas diversas. La saliva cruza la garganta cuando el animal emerge majestuoso brillando su negrura en contraste al blanco del corredor hipnotizado por su testuz, impone su arboladura. Ambos cuerpos se buscan, rozan piel con piel desnuda. Él destila placer con los quiebros a la manada; el toro, guardián y vigilante, ataca al movimiento del periódico enrollado. No deliran, todavía, con la fama que trajina la muerte. Suena el clarín desde el puente de la Rochapea. Hasta mañana a las ocho, cuando el sol todavía no queme los sesos en Santo Domingo y el arte de la carrera funda en bronce los recuerdos. Bajo la hornacina de San Fermín una navarrica llora; tiene lágrimas en los ojos que dibujan un arco celeste en su rostro. Pide al santo que el rojo mañana no sea más que un pañuelo al cuello que bese ciegamente en la plaza, y los hilos de un fajín al que anude sus caderas al final de esos eternos minutos tras los palos en la acera. 

Rosa Iraizoz Turrillas

!!COMIENZA LA CUENTA ATRÁS!!

Los pantalones blancos descienden de los altillos, con algunas manchas negras en sus bajos, restos de pasadas fiestas, que la más potente lejía, no pudo o «no quiso» borrar.

Los rojos pañuelos, cobran vida de nuevo, dispuestos a rodear los cuellos de los pamplonicas. Quizá, alguno ya no esté, pero otros nuevos llegarán, para sentir el orgullo de ser prendidos, con tan amoroso nudo.

Las camas plegables, vuelven a extenderse acogedoras. Saben, que en unos días, se convertirán en confortables y deseados lechos.

Las lavadoras calientan motores y esperan con estoica resignación,los que serán los días más duros del año.

Vuelven a llenarse de amor las cazuelas!! las magras con tomate, el cordero al chilindrón, el ajoarriero…..mmmmmm Un festival de colores, olores y sabores inunda el ambiente.

Manos entrelazadas con fuerza a otras manos más menudas, las de hijos y nietos ansiosos por escuchar el alegre sonido del ¡chupinazo!

¡Vuelven los emocionantes Encierros! losFuegos Artificiales! los Gigantes!! las Barracas, la tómbola, Gorgorito!!!

¡¡QUE EMOCIÓN!!

¡¡ATENTOS TODOS!! ¡¡EL CHUPINAZO POR FIN ESTALLA!!

TODOS JUNTOS, TODOS AMIGOS, TODOS UNO!! EN UN UNÍSONO GRITO!!

¡¡VIVA SAN FERMIN!! ¡¡VIVA!!

 

SANFERMINES – SAN FERMÍN

Francisco Javier Rey Bacaicoa

Cuando el cohete subió nada dijo. Cuando estalló siguió ascendiendo. Cuando la gravedad se impuso volvió al mundo agarrado a su báculo dorado. Cayó sobre una teja, encima de la casa escondida de la abuela Chapitela.
La teja recogió la mitra, el manto rojo rodeó la teja y la anciana rezó un avemaría. Días que amanecieron con procesión de toros negros; noches con vocación de soles luminosos.
En los adoquines se extendió un aroma a negrura sucia y alpargatas vinosas. Un reguero de masas circulaba en potentes latidos por las venas burbujeantes de la Pamplona vieja. Los latidos del aire eran de gritos, de cantos, de añicos musicales y oxígenos revueltos.
Dormían, revivían, comían y corrían. Saltaban, bailaban y gritaban. Amén.
El santo, entre tanto, bendecía. El ritual continuó. Duró para algunos ocho días y medio. Un ratico más lo alargaron los impenitentes.
Muchos lo llevan dentro de un corazón. Eterno. Entero.