MODIFICACIONES DE LA REALIDAD
Jesús Pacheco Julià
Mientras estaba releyendo el «Fiesta» de Ernest Hemingway, encontré una ajada postal que me envió una tal Catalina desde Roma, en dónde afirmaba que me quería mucho.
Me quedé atónito un buen rato: yo no conocía ni recordaba ninguna Catalina que me amara mucho. A quién sí conocí muy bien fue a la bella Brett Ashley, con quién habíamos fornicado muchas veces en Pamplona, durante los Sanfermines del año 2000, mientras estaba reescribiendo «Muerte en la tarde».
PAMPLONA DE MIS SUEÑOS.
Débora Mainegra Fernández
«A San Fermín pedimos por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro»… Ya estoy dónde y cómo quería, en los Sanfermines. No es que sea suicida ni mucho menos, pero si se va a perder la vida, más vale que sea a lo grande… «dándonos su bendición»….La chica de mi izquierda no se sabe la letra, deja que comience el fragmento en euskaraz… es que parece asiática. Mi abuelo me dormía cada noche contándome sus aventuras como mozo de pastoreo de la manada antes de irse a Cuba, siempre terminaba con el cántico. «Entzun, arren, San Fermin zu zaitugu patroi…» Hasta aquí sube el olor de los toros, está haciendo una mañana hermosa… se acerca la hora, así que ya van a soltar a las bestias, siento los goznes de los corralillos rechinar y el golpe seco de las patas en los adoquines… «Viva San Fermín! Viva!!Gora!»Me lanzo a correr con el tumulto de personas, mi corazón acelera, de pronto… un torete negro se me acerca, lo veo bajar el testuz sin dejar de correr, llegó mi hora… !Andrecito! !Andrés! ¿Qué pasa muchacho?.. Otra vez soñando tonterías? A ver si te levantas de una vez que hoy es 7 de julio !Tu cumpleaños!
LIBERARSE SIN DESPLAZARSE.
Francisco Miguel Sagra Martínez
Un hombre entra en la peña y consigue llegar hasta la barra. Observa su reflejo en el espejo y comprueba sorprendido como a su derecha está su consciencia disfrazada de Elvis y a su izquierda el diablillo de su guarda. – Este microrrelato es demasiado pequeño para los dos – Y ¡BAM! El demonio desenfundó primero y se introduce por su oído. Horrorizado el hombre descubre un ejercito uniformado de blanco con pañuelos rojos y enormes cabezas de insectos que succionan orín en tubos de plásticos. Por suerte, una fuerza poderosa le agarra por el brazo y lo saca al patio del aire fresco y los más de 95 decibelios B de ruido ensordecedor. – Déjate llevar – dice la voz femenina y al instante un beso le nace en la boca, sus dos manos se posan en sus pechos, otra mano aluniza en la superficie del culo y una última mano queda atrapada en una jungla de pelo. Ella juguetea en su nuca con el botón de encendido y apagado y la cuenta atrás ha comenzado. Pero antes de llegar al cero se produce un oasis de lucidez y en letras de neón rosa puede leerse: “Has hecho bien quedándote en fiestas”.