VII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


PURE

Carlos Remón Sanjuán

July 6th, nearly 12. The right time to adjust the settings.
The rocket was launched into the cloud and the music downloaded onto the square and wired him
up.
16.30 on his calendar, the Riau-Riau. The notes that he could never forget.
They headed for Navarrería for a meet-up. This is my space, he thought.
Later a girl looked at him, requesting a friendship. He could have chatted with her -hey, what’s up- but
the sorbete made him choose stand-by mode.
His friends finally wouldn’t do the bull-run and he got the message. Mercaderes instead to get the
most stunning street view. In the morning, when the sun photoshopped the cobbles with layers of
gold, they’d maybe catch a glimpse of San Fermin, his profile streaming down to San Lorenzo.
When he decided to go home to switch off, friends were following him. The scarf and the sash still
an attachment -also glowing necklaces with no application. Birds were tweeting. As he said agur to
the group he raised his thumb and got 8 likes.
He searched his pocket for the keys. Only then did he realise he hadn’t used his smartphone all day.
He smirked. Sanfermines was augmented reality.
The real thing. 

QUE VIENE EL TORO

Isabel Fernández-pacheco

Tras una semana de fiestas y correrías nocturnas por Pamplona, son las 8 de la mañana del 14 de julio. Los cánticos veraniegos han dado paso al clásico “Viva San Fermín” antes del encierro. Todos vamos vestidos de blanco y rojo, le pedimos a nuestro patrón llegar enteros a la plaza de toros, sobre todo los que estamos medio ebrios, para chupinazo el que bebí yo anoche. Hasta la maratón de Nueva York sería más fácil que correr con 2g de alcohol por litro de sangre. Pero no me preocupa, en cuanto vea una mole de una tonelada con cuernos, me espabilaré e iré más deprisa que el correcaminos aunque el suelo esté mojado. Después iremos a ver los gigantes, los kilikis y los zaldikos, que es el último día. Y está noche nos emocionaremos cantando el “Pobre de mí” y asistiendo a los fuegos artificiales. ¡Viene el toro! Sigo al pelotón como alma que lleva el diablo. Nos reímos a carcajadas, siento más adrenalina que en una montaña rusa. Pierdo un zapato. ¡No hay tiempo! ¿Habrá un príncipe azul para esta Cenicienta? 

SUEÑOS INMATERIALES

ángel Silvelo Gabriel

Corríamos por el mero placer de hacerlo. Queríamos volver a sentirnos jóvenes, con el recuerdo que, la suave caricia del aire que bañaba nuestro rostro en plena carrera, nos dejaba al terminar el encierro. Sí, por volver a sentirnos libres… Éramos unos atrapasueños que necesitaban del alimento inmaterial de la locura que sólo te proporcionan las metas imposibles. La palabra libertad venía a nuestros oídos a cada momento, igual que un eco infinito. «¡Sois unos irresponsables!», nos insistían los demás, que no entendían nuestra necesidad de correr el encierro. Pero a nosotros nos daba igual, porque el anhelo irrefrenable por volver a revivir un sueño era más fuerte que la sensación de peligro e irresponsabilidad que tanto nos recordaban los demás. Nos dimos la mano antes de comenzar a correr y gritar: ¡Gora San Fermín! Al primer chupinazo alzamos los brazos al cielo. No pudimos oler la pólvora, pues se nos había suprimido el sentido del olfato. Corrimos como los demás, pero lo hicimos por encima de jóvenes y mayores, mujeres y hombres, camisas blancas y pañuelos rojos… Cuando llegamos a la plaza de toros, nadie reparó en nosotros, pues sólo éramos el alma de unos atrapasueños que habían materializado un deseo.