RITUALES SANFERMINEROS
Gurutze Irisarri Traba
La liturgia se repite cada 6 de julio. Ropa blanca, pañuelico y fajines rojos recién planchados, que tiñen de los colores pamplonicas la colcha de mi cama. Como si cogieran fuerzas y contuvieran la emoción mientras descansan. Como me siento yo la víspera de ese gran día. Emoción que reprimo y que espera a estallar en un único grito de jarana festiva. Mi calendario se mide en sanfermines y no han aparecido las velas que lloran tristes el final, al son del “pobre de mí” en la Plaza del Ayuntamiento, que yo ya me veo esperando con fervor, de nuevo, la llegada del siguiente 7 de julio. “¡7 de julio, San Fermín, a Pamplona hemos de ir!…” Y no puedo evitar canturrear la canción de fiestas más internacional que conozco, superando a macarenas y gangnam style en otra liturgia que se repite cada 15 de julio. La de doblar y planchar, parsimoniosa, con la resaca más dulce y las ojeras más alegres, mi pañuelico y fajín rojos antes de guardarlos en el cajón hasta el siguiente San Fermín. Mientras, la risa, la fiesta, el bullicio, la amistad y la música seguirán amasando mis recuerdos los días que restan. Ya queda menos.
LOS REYES, COMO LOS NIÑOS, TAMBIÉN LLORAN
Roberto Ezcaray Patus
-¡Abuelo, abuelo! ¡Otra vez, cuéntamela otra vez!
-¿Qué es lo que quieres que te cuente?
-¡La historia! ¡La de los reyes! ¡Abuelo la historia!
-Vale, vale, a ver ¿Cómo empezaba?
-Hace mucho…
– Ah eso; hace mucho tiempo los reyes de los entonces cuatro continentes fueron invitados a las fiestas del reino de Navarra. Con la llegada de estos reyes, los habitantes de esa tierra organizaron un baile impresionante para sus majestades. Los invitaron a bailar y, entre aquellas músicas, danzas y fiestas, los grandes reyes quedaron cada vez más enamorados de aquel viaje. Al terminar los bailes, las reinas, cansadas de tantas vueltas, se retiraron a descansar, pero fueron despertadas por los lloros de un niño. Cuando una de ellas le dio su chupete se tranquilizó, y así regresó la tranquilidad de la noche. En poco tiempo llegó el día catorce y tenían que irse. A los reyes y las reinas, pensando que no volverían a Pamplona hasta las siguientes fiestas, se les escaparon unas lágrimas de tristeza. Pero entonces, los niños se les acercaron con sus chupetes para que no lloraran y así se acordaran de ellos hasta el año siguiente. Creando así una tradición que se sigue manteniendo.
ENTRE RISAS
Antonio García Ruiz
— ¡Viva San Fermín! —Grita Iñaki en medio del bar.
— ¡Viva! —Responden a coro algunos de los presentes en el mismo.
—Ya te dije Oriol. El santo de mi ciudad, mola. Cuando vitoreas a San Fermín, da igual donde te encuentres, siempre hay alguno que te responde aunque no lo conozcas de nada. Además, es imposible no asociar al santo con Pamplona. Nadie en su sano juicio piensa en Tegucigalpa cuando se menta al santo. ¿Sabes lo que pienso?
— ¿Qué algún día Osasuna volverá a Primera División? —Responde Oriol con ironía.
—Dudo que exista un santo del santoral que genere tantas simpatías. Todo el mundo relaciona las fiestas en honor a San Fermín con el jolgorio de sus calles, con las comidas familiares, con el bullicio de sus comparsas y charangas, con las tradiciones propias bien conservadas, con lo que ha escuchado al amigo de un amigo que estuvo en los Sanfermines sobre sus ganas de repetir la experiencia… En definitiva, no hay nada negativo atribuible a San Fermín. Y por cierto Oriol, Osasuna volverá a Primera.