VIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


UN PAÑUELITO ROJO

Michelina Croteau

Es una mañana de Julio…irrumpo en el dormitorio de mi padre.
-Papá, despiértate, ya son las siete. Tenemos que ir a las fiestas de San Fermín.
-¿Ahora? Y ¿tú vienes conmigo? –contesta mi padre como si le estuviera hablando de algo nunca mencionado antes.
-Sí, papá, me lo prometiste que este año me llevas contigo.
-¿Y por qué tan de prisa? la fiesta empieza a las doce.
– Quisiera llegar en tiempo para asistir al lanzamiento del chupinazo…y pues el encierro.
– Pero, ¿no te das cuenta que todavía eres demasiado joven para correr delante de los toros? – papá me mofa.
-Papá, ¡no te burles de mí! Ya sabes que voy a verlo desde el balcón de los tíos.
– -Bueno…bueno, ya me voy…veo que nada te va parar –suspiró mi padre.
– Papá… de prisa ¡eh! si salimos después de las ocho vamos a encontrar tráfico.
Por fin, salimos y el tráfico no estaba mal.
-Me hiciste precipitar por nada. -Mi padre se lamenta -No hay nadie en las calles.
-Todo el mundo ya está en Pamplona. -le contesto, anudándome un pañuelito rojo al cuello…y cantando muy alegremente “Pobre de mí”.
 

ABNEGACIÓN

Santiago Felipe Benavides Santacruz

Esta mañana cuando miré el desprecio de una mariposa al azote de un niño, me he despertado de un largo cloroformo sueño. Llevando clavado, abnegadamente, un cuerno en mi costado. 

VIAJE A LA CIUDAD

Julio Lopez De Las Huertas Telleria

Un rayo de sol en mis ojos, problemas al respirar y tras una expulsión de mucosa comienza mi cometido.
Increíble paisaje que todos los días diviso durante mi infancia, cuidados hasta límites insospechados.
Pasa el tiempo con tranquilidad suma.
Por fin, un viaje a lo desconocido, agitación interior desmedida y aunque las condiciones del viaje no son las ideales, llego a mi destino.
Hospedaje para siete días, ducha en el exterior, buffet libre y todo lo necesario para una estancia relajada y confortable.
Tras un paseo al atardecer, acabo en una peculiar posada, la noche me sorprende y allí pernocto.
Al amanecer, un murmullo interrumpe mi sueño, el sol, escondido tras las murallas, se prepara para iluminar un nuevo día.
De repente, un ruido fuerte y seco me sobrecoge y al abrir la puerta de mi estancia, comienzo a correr desesperadamente entre gente asustada, a la que alcanzo y supero en mi afán por huir no sé de qué ni hacia dónde.
Al final de la huida, emoción contenida en lugar seguro, o eso creía yo, sin saber que horas más tarde ese será el escenario de mi final.