VIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MI QUERIDO SAN FERMIN

Raquel Riaño

Mis cinco días los quiero pasar junto a tí, no sé si habrá un mañana o éste será mi fin, pero son tantos años juntos los que llevamos, que quisiera volver a correr por tu pasillo estrecho rodeado de multitud y junto a locos, que como yo, se atreven a desafiar en estos días a un bravo toro, hasta el lugar donde dará su último aliento.
Mi querido San Fermín, que bien lo pasamos juntos cada año. Todo en estos días cambia; cambia el color, el blanco y el rojo se adueña de las calles, la gente se sienta y se reúne en los soportales, gente que desde hacía un año o más no se había vuelto a encontrar, se sienten felices, cantan y bailan, comparten sus hazañas, sus problemas, sus dichas, están alegres y felices porque un año más, como yo, estarán aquí, mi querido San Fermín.
 

GRACIAS

Saioa Rivero Usunariz

6 de Julio, ese gran día lleno de sentimientos y emociones para todos los Pamploneses, había llegado. Aquel San Fermín no iba a ser como todos los anteriores. Llena de miedos y de incertidumbres, entraba por la puerta del lugar en el que iba a vivir mis fiestas.
Ese 6 de Julio, empecé a formar parte de todas las personas que hacen posible que esos días sean días, todavía mejores si cabe.
12 del mediodía, las lágrimas de emoción corrían por mi cara entre tintos, zuritos y champán al escuchar el cohete. Entre abrazos, entre lágrimas de alegría, entre brindis de todos los que allí estaban. Esta vez, no me tocaba brindar a mí, fui la encargada de hacerlos posibles. Pero aún así, yo brindaba en mi interior.
Aquel día, y todos los siguientes, fui una pequeña parte de nuestras fiestas. Por eso, bomberos, policía, barrenderos, tenderos, sanitarios, naranjitos, hosteleros, villabeseros… Gracias y mil veces gracias por hacer de nuestras fiestas lo mejor del mundo entero. Ahora me tocaba a mí agradecer a todos los que en años anteriores habían hecho de mis fiestas, vivencias y experiencias inigualables y que hasta entonces no había sido consciente de ello. Viva San Fermín.
 

MUERTE DIGNA

Mati González López

Los dos se observaron. Ambos yacían en el suelo, jadeando y extenuados. Expectantes pero no asustados. Acordando implícitamente una corta pausa, descubrieron sus heridas. Las pequeñas fuentes de sangre parecían simétricas y auguraban una muerte rápida y digna para los dos. Con respeto y admiración, no se atrevieron a acercarse hasta que el aliento del último de ellos expiró.