ALE Y SU SENTIMIENTO INAPELABLE
Javier De Miguel
El invierno ha sido complicado para ella; duro inclusive. Más, tras el problema personal que afrontó terminando Sanfermines y que le dejo un sabor agridulce de La Fiesta, aunque lo hubiera pasado increíble
Un sabor que le acompañó esas semanas tristes, de incertidumbre y decepciones. Tras aquello, ni siquiera consiguió disfrutar “La Travesía”, ni de sus cinco minutos diarios de sanfermines, no leyó, esta vez, su microrrelato publicado. No sentía esa fuerza que le ayudaba a mitigaba lo malo.
Porque sí, ella, Ale, es de esas escasas personas que no sufren la travesía sino que consiguen disfrutarla, que piensa en blanco y rojo. De esas, que no viven en Pamplona, pero que el virus de San Fermín les han infectado para siempre, les ha cambiado de por vida y se sienten pamplonicas de adopción. De aquellas pocas que, trabajando en lo que les apasiona, se debaten si es el trabajo adecuado aquel que te permite disfrutar de Sanfermines apenas 2 días; cuyo inapelable sentimiento, el resto no logra entender, ni siquiera imaginar.
Pero los sucesivos escalones, las novedades, la aparición de los carteles, la inminencia… se lo han devuelto todo. Ya sólo sueña con el bullicio, en charangas, el pañuelo, sus calles… en Felicidad.
EL ENCARGO
Carlos Santos Montero
El encargo
Andrea cruzó la calle, el aire arremolinaba sus cabellos en una danza perfecta y me mantuve contemplativo, recorriendo aquel cuerpo deseado durante meses. Se volteó a mirarme. Por unos segundos sus ojos se posaron en mí.
–¿Querías algo? –indagó curiosa.
Era mi jefa y vivía con el gerente, un viejo refunfuñón. Sin embargo, su risa, y el aroma escapado de su piel, me dieron fuerza, y confesé.
–Tendrías una oportunidad si haces unos encarguitos para las fiestas de San Fermín –dijo–, pero defraudas mi confianza y vas directo a la calle.
Luego me dio un papel con una dirección y repitió aquello de darme una oportunidad. Esa tarde seguí sus pasos y memoricé cada línea de su cuerpo, cada suspiro de sus labios, y aquel pedido: tómame así, necesito un hombre de verdad, así, házmelo, así, así…, gimió, abriéndose a nuestros deseos.
Ya no es la mujer hermosa de una década atrás. Engordó con los años, sus caderas apenas danzan sobre mí y olvidó los gemidos. Pero yo aún realizo sus encarguitos para las fiestas de San Fermín, aunque el esposo me mire con odio desde su oficina de gerente.
SANFERMINES
Freddy Enrique Hoyos Dueñas
Suena las trompetas, los himnos proclaman las fiestas de San Fermín, los toros andan libres por las calles mientras las multitudes los aplauden, persiguen audaces y valientes atletas en una carrera por la diversión, los jóvenes gritan ¡aleluya! Mientras los niños aplauden, los globos invaden el cielo y las calles se pintan de colores, todo es alegría y bienaventuranza, todo en honor a un misionero cristiano envidiado por pocos y seguido por muchos, su cuerpo pudo convertirse en polvo pero su nombre acompaña a cada español por los siglos, viva su nombre, viva su vida, que de las historias del tiempo, hay una eterna que nunca se olvida.
Cada mañana, durante los San Fermin. ..mi mente viajaba…hacía la puerta que separa el encierro de la calle… imaginaba como al soñar el chupinaso. .saludos se abría la puerta pata dar paso a una docena de hombres…que corrían despavoridos por las estrechas calles de pamplona. .al encuentro de centenares de Toros. ..que correrian a su lado..Durante 800 mts..haciéndoles cualquier cantidad de diabluras…Los 12 hombres guiados por un mestizo. .al llegar a la curva de estafeta caen al pisó y seguidamente 200 toros les pasan por encima…precisamente en ese momento desperté. .y me di cuenta. ..de que era un sueño. ..