«LA CONQUISTA DE FERMÍN»
Laura Jaca Lusarreta
Amor mío, no seas malo te lo ruego asómate a tu balcón…
Otro año más acudes a la cita con un bronceado digno de los primeros rayos de sol veraniegos donde miles de ciudadanos nacionales e internacionales te adoran y claman tu nombre como si en la época ancestral del dios Sol se tratase.
¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!
Explotas un cohete anunciador de ocho días de fiesta imparable donde en honor a ti, Pamplona se convierte en una ciudad donde reinan las sonrisas.
¡Así comencé a amarte Fermín! y te juré fidelidad cada año.
El día 6 empezó tu juego de seducción, me llevaste a las peñas, me enredaste en tu amor.
7 de Julio me entregaste tu corazón en la procesión, todo el mundo fue testigo de nuestra historia de dos.
El resto de días se consolidó la relación, escapando de cabezudos y bailando entre gigantes descubrí tu lado molón, fuegos artificiales encendían nuestra pasión, siempre eran un previo de noches de emoción.
Música, encierros, verbenas, Taconera, Ciudadela…, la ciudad entera, fueron testigos de nuestro amor eterno y año tras año, permanezco a tu lado, recordando el primer momento cuando por primera vez te vi salir en la plaza del Ayuntamiento
EL TORO AZUL
ángel Novillo Sánchez De Pedro
A Julen Madina, in memoriam
Un funesto día, un toro de espuma con divisa blanca y azul te corneó mortalmente, Julen. Moriste como los héroes homéricos, en el mar, después de haber vivido una gesta. Después de arriesgar la vida para no perderla.
Ahora estás en el cielo, corriendo un encierro eterno de nubes blancas que corren más deprisa que el tiempo. Y te asomas a la talanquera desde el otro lado de la vida, para vernos correr de nuevo.
En esta carrera de la vida, en esta carrera del tiempo, para sentirnos vivos y no estar muertos. Tú ya eres inmortal. Ahora el toro de la vida ya no te hace daño, ni te cornea.
¿Quién hubiera dicho que tu muerte estaba en la playa de Zurriola? Ahora que estabas aprendiendo a vivir, como todas las personas que se mueren. Ni Trigueño pudo contigo, ni con tu perseverancia, ni tu amor por los encierros. Porque lo tuyo era amor verdadero, te dabas en cada encierro, lo perdías todo para ganarlo todo. No se puede salir a medias. El toro solo entiende la verdad. Ahora miramos al cielo y te vemos ahí.
LOS ADOQUINES DEL PASADO
Oscar Jiménez Barroso
Sus últimos días no fueron heroicos y, aún así, siempre fue mi héroe.
Soy afortunado por arropar su mano cansada. Admirar los surcos de una etapa que se va.
Tengo una foto en blanco y negro. Envejecida como la vida misma. Un joven vestido de blanco, fajín y pañuelo. Es la imagen de quien acompañó mis primeros pasos y aplacó mi ímpetu por equivocarme en la vida.
Blanco y rojo. Toros. Jamás entendí esta fiesta.
Pronto será siete de julio…
Las cosas han cambiado. El mundo ha cambiado. Ahora hay lujuria, alcohol, drogas y una multitud inunda Mercaderes, Estafeta o Telefónica.
No estoy dispuesto a jugarme la vida con seis toros en un encierro. Es absurdo.
Pero, he de verlo. Mi padre corría por estas calles.
Suena el cohete. La gente corre y no sabe qué ha de venir.
Gritos. Ruido. Veo un toro. Otro más. Otro. Siento el peligro. Mi corazón late tan fuerte que dudo si aquel mozo del periódico era el mismo que el de mi vieja fotografía.
Todo ha sido muy rápido. Demasiado rápido. Pero quizá…
Siempre dijo que había que vivirlo para entenderlo.
Un lágrima asoma y entiendo que, en los añejos adoquines de Pamplona, mi padre sigue corriendo.