X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


USOA Y LA DAMA/ DAMA ETA USOA

Mari Carmen Cerrón Barreneche

Allí estaba como siempre. -Erguida y rutilante-. Su mirada observaba a cientos de personas deambulando de forma inexplicable. Frente a ella, en la tómbola, comenzaba el trajín de cada día esperando a propios y foráneos. Tan embelesada estaba, que apenas sintió la imperceptible llegada de Usoa rozándole el hombro.
Se habían conocido meses antes, cual capricho del destino, cuando Usoa necesitó resguardarse a su lado. Desde entonces, compartían a menudo divertidas charlas cómplices, coincidiendo en futuros y anhelados deseos.
Este año sería distinto: tenía con quien asistir; había elegido a la mejor compañera para disfrutar del acontecimiento. Después de tanta espera, lograría vivir la mayor fiesta del mundo desde su privilegiado lugar.
Su corazón se aceleró como nunca: diminutas alegorías rojas en las manos se excitaban diciendo: ¡han empezado!. Esos gritos aumentaron todavía más la ansiedad por experimentar la celebración junto a su nueva amiga.
Usoa la miró de soslayo observando con deleite su expresión y le comentó que pensaba acercarse a la Plaza del Ayuntamiento para sentir la grandeza del evento.
Espera, -voy contigo-
La respuesta de Usoa resonó tan hiriente, que la cadena que había sostenido en su mano derecha desde 1903 cayó inexorable.
Lo siento amiga, “no puedes: -eres de bronce-» 

SOÑANDO DESPIERTO

álvaro Rangel ávila

Pasear rodeado por el encanto de una ciudad sobria, agradable y afable, fascinante por la multiplicación de parques y por la gran historia que guardan sus museos, hacen a Pamplona todo un mundo de fantasía y más aún, cuando se tiene el privilegio de observar al medio día el lanzamiento del chupinazo desde el balcón del ayuntamiento de la ciudad, invitando a iniciar el festejo de las famosa fiesta Sanfermines, en la que el clero, mercaderes, granjeros y lugareños evocan a su patrón San Fermín con actos religiosos, acompañado de un bullicio ferial y el espectacular encierro tradicional de seis toros de casta, donde el pueblo hace un recorrido delante de los bovinos, evento que tiene lugar durante los nueve días del festejo. Fantasear a través de esta reconocida celebración es un disfrute orgullo de la población, donde el número de turistas es diez veces al de sus habitantes. Mi último recuerdo imborrable fue al observar como con velas encendidas y a media noche del día 14 de julio, con un cantico popular El Pobre de Mí, el alcalde de Pamplona anuncia el final de las fiestas en honor de San Fermín. Son momentos vividos irremplazables y abandonados con gran nostalgia.  

SU PAÑUELO

Ainhoa Unzu Garate

Desperté. Desperté con esa amarga sensación de ver que no estaba ahí. Otra vez había elegido no quedarse conmigo. Todo un año ocupando mis pensamientos, todo un año soñando con que esta vez sería diferente… y ese momento ya había pasado. Y todo seguía igual.
Nunca he sido capaz de asumir que para él tan sólo soy parte del 6 de julio. Una pequeña locura que año tras año, como si de una tradición del programa de fiestas se tratara, siempre me encuentra en el mismo sitio y a la misma hora.
Otra vez el nudo en el estómago. Desaparece la magia. Vuelve la rabia. Me siento furiosa, utilizada y humillada, mientras me prometo a mí misma que no volverá a ocurrir.
Miro por la ventana. En la calle esa curiosa mezcla de gente, unos engalanado listos para recibir al Santo, y otros que se resisten a entender que la noche, por el momento, ya ha acabado. Me tumbo de nuevo. Recuerdos, imágenes, caricias, sensaciones, sexo… Me ahogo. He vuelto a perder el control. Él, él, él… Respiro profundo sobre su pañuelo. Huele a él. Un pañuelo que es lo único que nos unirá… hasta el siguiente 6 de julio.