X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL CAPOTICO

Noelia Gorbea

Escúchame antes de que se me olvide. Se lo hice prometer con la mirada mientras las circunstancias nos hacían adultos por momentos. Se lo conté en el silencio de una habitación vacía, llena de tubos y del sonido de esa dichosa enfermedad ganando la batalla. Entre caras serias y alguna mirada acuosa se produjo un momento de complicidad, una especie de acuerdo sin palabras. Fue entonces cuando supe que San Fermín siempre nos echaría su ‘capotico’.  

EL RELEVO

María José Moreno Acedo

Los 7 de julio siempre son especiales para Julian, pero sin duda este ultimo lo es aún más.
Se levantó temprano, se vistió con su pantalón y camiseta de color blanco y mientras anudaba su pañuelo rojo al cuello llamó a la puerta de su hijo David; este salió ataviado del mismo modo que su padre, de un impecable color blanco, ambos salieron a la calle.
En la puerta les esperaba Ernesto, padre de Julián y abuelo de David, los tres se fundieron en un gran abrazo, lleno de sentimientos y emociones.
En sus manos llevan periódicos perfectamente enrrollados que aprietan fuertemente, Ernesto y Julian rodean a David con sus manos libres, tal vez para transmitirle tranquilidad en la que será su primera Carrera acompañado por dios a veteranos.
Así abrazados llegan hasta el Santo para entonar los tres Cantos de protección y esperar junto a él el cohete que indica que los astados salieron del corral.
Entre sentimientos de emoción los tres corren hacia la plaza, donde David termina su primera carrera, Julian otra de muchas y Ernesto la última, sin duda ha llegado con David ha llegado el relevo, para él ya es hora de retirarse. 

LA PROMESA

Manuel Povedano Bruque

Destellos funestos de palmas y flores bordadas en oro deslumbran la plaza en la hora de los llantos lorquianos. El Jandilla no tuvo piedad con la joven promesa. De rodillas sobre la arena traída de Miranda, esperando a porta gayola, recibió el beso del pitón en su cuello inmaculado. ¡Cuantos corazones rotos por la belleza truncada!. Pero el suyo solo pertenecía a la más hermosa, a la que lo conquistó en la curva de la Estafeta entre un mar de pañuelos rojos, perdido en las líneas de “The Sun Also Rises” mientras perseguía sus sueños de adolescente cautivo por cuerpos de extranjeros desconocidos. Desde su primer San Fermín ya nunca pudo renunciar a ella y cada 15 de julio contaba los minutos para su reencuentro.
Siempre que partía pensaba: ”Si me permites pisar tu arena vestido de luces, aunque solo sea un día, seré tuyo para siempre”.

-”¿Por qué sonríes al abandonar tu carne entre pinceladas de rojo aciago insensato?” -le preguntó el Gallico de San Cernin al reconocerlo en las extrañas formas de las nubes del verano-.
– “Porque ella estaba ansiosa por cobrar su tributo. Por la eternidad, entre las tierras de San José, mi cuerpo será suyo”.