X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


AMIGO CAJA

Juan Ignacio Martínez Narvaiz

Era una mañana soleada del 6 de Julio del año 2013. Yo me acababa de desvirgar en el famoso Chupinazo de los San Fermines, resultado: olor a vino, zapatillas sucias, camiseta ex txuri, sed mucha sed y ganas de bailar cualquier cosa, hasta la música del telediario.
Mis amigas y yo nos desplazamos a la famosa fuente de Navarrería, pero nuestra sorpresa fue que no estaba, nos explicaron algo de unas obras. Pero el ambiente era festivo, el guirigay era palpable. A mí alrededor todo tipo de muestra humana en modo fiesta: niños y bombetas, gigantes, kilikis, abuelos, madres, cuadrillas, gente saltando de un balcón, besos, abrazos y muchas ganas de quitarse la ropa.
Yo sentía un calor horroroso, pero iba con sudadera, no era plan de quedarse en modo “topless”; deseaba una camiseta de manga corta. Mis plegarías fueron escuchadas, a lo lejos visualicé una caja de cartón, corrí a por mi nueva camiseta sin tirantes, me la puse, y por fin era plenamente feliz.
Mi admiración llegó al vislumbrar a mi alma gemela, otra caja con cuerpo humano a lo lejos, sin pensarlo y al unísono corrimos en encontrarnos y fundirnos en un abrazo de reciclaje de cartón.
 

LATIDOS

Luis Javier Vidán Peña

Tic Tac ya falta menos… y el blanco despierta con los primeros rayos de sol al alba calmando ansiedades de nietos y abuelos en sus maltrechos nidos.

Tic tac ya falta menos… y el rojo acompaña sueños y recuerdos anudados en la muñeca, que piden a gritos el lugar que les corresponde.

Tic tac ya falta menos… los colores se mezclan en el banquete, manjares rodeados de una meliflua sintonía de amistad y buen vivir, de un pueblo y sus gentes unidos por la misma alegría.

Tic tac ya falta menos… una etérea telaraña se teje alrededor del lugar donde está prevista la epifanía, donde el Santo de luz a incandescentes sonrisas.

Tic tac… solo un suspiro, un efímero soplo de tiempo separa a los que quieren ser de los que serán.

Tic… Tac… y el rojo al fin liberado se alza al cielo compartido por una multitud unida en una comparsa de éxtasis.

Son las 12 horas del día 6 de julio en Pamplona y se oyen las tan esperadas como elocuentes palabras: Viva San Fermín, Gora San Fermín.

Felicidad. Que empiece la Fiesta.
 

EMOCIÓN

María Luisa Lázaro Larraz

Peñas, toros, calimocho, baile y ligoteo era lo que pedíamos y obteníamos hasta caer reventados pero felices cuando íbamos a Pamplona por San Fermín.
Pero aquel año era diferente. Vivía allí y esperaba un hijo que nacería pamplonés un mes después de sanfermines. Recuerdo aquel 6 de Julio, el bullicio sanferminero en la Plaza del Castillo, la terraza del Iruña y a mi amiga Pilar Zunzunegi, pamplonesa de pro. El encierro, peroraba yo, es cosa de descerebrados que arriesgan la vida para cumplir con la estúpida tradición de una sociedad androcéntrica y demostrar lo machos que son.
Siete de julio, estamos en casa de una tía de Pilar, cuyos balcones dan a Estafeta. Balcón abierto y salón repleto de gente. Amablemente, todos me ceden el sitio y me dispongo a ver el primer encierro con ánimo escéptico y escasa emoción. Los mozos estiran y dan saltos. De pronto, todo se acelera, huele a toro y a miedo, carreras, quiebros…Algo me sube por el pecho y hace caer dos lagrimones por mi cara …. Pilar trata de aliviar las marcas rojas de mis uñas en su brazo y contempla satisfecha mi emoción. ¡Viva San Fermín!