CARAVINAGRE NO ME DAS MIEDO
Francisco Javier García Sabuco
Soy Olivia, tengo 4 años, es San Fermin, y me encantan, la música el alboroto, los gigantes y las barracas, pero hay algo que me dio miedo el año pasado, Caravinagre.
Es día 7 y mis papas me van a subir a ver a los gigantes, pero estará ese horrible señor, el año pasado me hizo llorar, pero este no lo voy a hacer, no le tengo miedo.
Mi hermanita mayor mis padres y yo estamos subiendo al casco viejo, y yo estoy decidida a hacerle frente.
Plaza del castillo 12:03 de la mañana, me fascina ver a los gigantes, como bailan, por detrás los Kilikis aparecen con sus mamporras, y entre ellos Caravinagre, le cojo de la mano a mi hermana mayor, que me cuida muy bien, nos quedamos viendo como se acerca, cara seria la mía, aprieto la mano de mi hermana y se nos acerca, yo firme y seria, se acerca más, se queda mirándonos a las dos y yo todo decidida me suelto de mi hermana, me acerco y le digo.
– No me das miedo.
Y le suelto una patada en la espinilla, y salgo corriendo a por mi padre, papa ya no le tengo miedo.
PORQUE TE QUIERO
Eva Losarcos Escalera
Solo tres días, no es mucho o tal vez si, cuando no quieres que el tiempo corra. Relajada, inclinando la cabeza, en dos tiempos amortiguada y cerrando los ojos estuchaba tu eco, tintineando, dulce si y embriagador.
¿Y…. cómo no te voy a querer? Con ese brillo de luz que me eclipsa, inundando de colores todos los rincones y dando glamur hasta los olores pecadores, que vacían las entrañas.
La elección es una utopía con trampa, una ridícula escapatoria que te lleva a mismo sitio, pero sin escusas. Todo vuelve a la luz, porque brilla, con los ojos cerrados te sueño, porque no es un sueño, solo que es tan bello que quiero que lo sea, tan burbujeante que se desborde y me despierte y juguetee yendo y viniendo empapada entre lo onírico y la realidad.
Tampoco hay argumentos, huelgan las razones, cuando las pruebas ni sirven ni convencen. Pero ese brillo me sigue llegando y me deslumbra, no puedo dejar de mirarlo porque me hipnotiza a un punto sin retorno y quiero abandonarme y adentrarme en él.
Abro los ojos veo paz que no está reñida con el bullicio, ni la alegría desbordante y contagiosa, me visto de blanco para el cuarto día.
VOLVER A CASA, VOLVER AL 6 DE JULIO
Ione Gómez Elduayen
-¡Venga! ¡Que no vamos a llegar! ¡Pisa más fuerte el acelerador! No me lo perdonaría jamás si me lo perdiese… de nuevo.
Ya ni siquiera llevaba la cuenta de todas las veces que había faltado. Así que cierro los ojos intentando pensar en otra cosa y distraerme, pero sin poder evitarlo, vienen a mi mente los recuerdos de otros años. Veo a mi madre cambiándome los pendientes de todos los días por unos de color rojo, oigo las risas de mis amigas mientras huimos de las botanas y a lo lejos se oye a alguien entonar una jota, rememoro la emoción de las noches cuando el cielo oscuro se llena de brillo con los fuegos artificiales…
Noto como el corazón me palpita más y más fuerte mientras me bajo del coche y echamos a correr por las calles llenas de gente. Aprieto con fuerza el pañuelo que tengo en las manos desde que he salido del aeropuerto y por fin, me encuentro con esa marea rojiblanca que tanto había echado de menos mientras en la plaza retumban las mismas palabras que encienden mi corazón cada 6 de julio:
-Pamploneses, pamplonesas, ¡viva San Fermín!