X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


JULIO, 1910

Miguel Nombela Blázquez

Sus ojos adquirieron una densidad turbia de remolino en el momento en que el cinqueño de Villagodio lo arrollaba en la espantada y lo enviaba de un mochazo seco a la piedra dura, que quebraba su espalda y le desollaba la frente, mientras los mozos resbalaban, tropezaban, atrapados por su propio miedo y su latir precipitado, y le caían encima, y él comenzaba a morir allí mismo, sin saberlo, medio aplastado en una confusión de manos y piernas, y gritos y alientos. Y mientras el toro sin nombre rabeaba y revolvía la cara, y finalmente retomaba el avance ciego por el callejón y se unía al resto de la vacada a la entrada de la destartalada plaza, Francisco se erguía trastabillando y sangrando por la sien, negando con una generosa sonrisa la gravedad de la herida.

No tuvo a bien el asta concederle aquella mañana la muerte noble que los papeles demandaban, todavía se demoró unos meses, y más tarde el fuego quiso quemar su memoria junto con la plaza vieja. Ocurrió el 7 de julio de 1910, en San Fermín, a la altura de Cortes de Navarra. Yo lo vi, estaba allí, y es de justicia contarlo.
 

ROJO Y BLANCO

José Francisco Alenza García

Los sanfermines me saben a rojo. Rojo como el pañuelo que recuerda al mártir Firminus. Rojo como la bandera navarra. Como el roble montañés y el vino de la Ribera que menciona el himno del equipo rojillo. Como la camisa de los gigantescos reyes americanos. De rojo visten los zaldikos. Y roja es la boina de los gaiteros.
Rojizos son los maderos del vallado del encierro. Y algunos amaneceres que se vislumbran por encima de los rojos tejados de la Estafeta. Roja es la sangre que riega los adoquines cuando la puntiaguda asta cumple su función. Colorado era aquél Cebada que me rozó y que del susto me dejó blanco.
Las magras del almuerzo son rojas. Y rojo es el ajoarriero de la merienda. Roja es la muleta del torero. Rojos son los círculos que delimitan los adentros del coso. También son rojos, con ribetes blancos, los burladeros de la Monumental. Se enrojece el albero tras la muerte de cada toro.
Y roja era aquella melena australiana inolvidable. Su piel era blanca, moteada con pecas que parecían rubíes. Pero no pude gozar de esa belleza rojiblanca. Mis ardorosas propuestas fueron zanjadas con un rotundo bofetón que tiñó mi blancucha mejilla de un intenso rojo.
 

MI HISTORIA

Ekiñe Zaratiegui Iriarte

Hola, esto no es un cuento ni un relato, esta es Mi Historia, y quiero que sea leída por tod@s vosotr@s.

Soy mujer, tengo 24 años, y mi mayor pasión es correr encierros. Llevo ya 6 años corriendo, parecen pocos pero cuando se trata de una pasión, de un sueño, no existe la palabra poco.

Actualmente la igualdad es el tema principal, pero hace 6 años no.
Cuando empecé a correr tuve que aguantar miradas desagradables, gestos, comentarios como: « ¿qué haces aquí?´´ «Tienes que hacer la casa´´ «esto es algo de hombres´´… incluso llegue a oír que no iba a sobrevivir. No podía entender cómo podían pensar así, ¿Por qué solo era de hombres? ¿Las mujeres no podemos tener los mismos sueños que un hombre?
Ha día de hoy esos comentarios han cambiado, por lo menos dentro del recorrido, donde me siento muy arropada y orgullosa de estar ahí. Fuera del recorrido todavía sigo oyendo comentarios fuera de lugar, pero me da igual, hace 6 años ningún comentario me hizo abandonar mi sueño, mi pasión, mi sentimiento. No lo van a conseguir ahora, porque nunca hay que rendirse y siempre luchar por nuestros sueños, aunque sea el mismo que el de un hombre.