RENACER
Javier Diez Carmona
El suelo tiembla bajo las pezuñas de los astados. Sumergido en un nervioso torrente de camisetas blancas y pañuelos rojos, de ojeras de agotamiento y sonrisas desbocadas, sortea turistas perdidos en la incertidumbre de sus propias borracheras, charcos traidores, montoneras surgidas de la nada. En los balcones, aficionados de talonario y churrería se hacen selfies mientras, sobre un empedrado húmedo de rocío y kalimotxo, la vida enfrenta a la fiesta.
Mediada la Estafeta le adelanta una mole parda y miel que sigue con la obediencia del cabestro la guía extendida de un diario. Hay gritos, brazos al viento, caídas e histeria desatada. Alguien le empuja en el momento en que cinco sombras oscuras le envuelven con aromas de campo y sol. Esquiva la primera embestida, pero el segundo, un morlaco negro como el destino, le empitona por la espalda y, sin esfuerzo alguno, le atraviesa antes de perderse más allá de la curva de Telefónica.
A sus labios aflora una sonrisa de nostalgia mientras los últimos ecos del encierro se diluyen en las tinieblas.
Sabe que está muerto, pero cada siete de julio renace en el corazón de un universo a la medida de sus anhelos.
En el corazón del viejo reino.
HUESPED DE HONOR
Luis De La Cruz Perez Rodriguez
Hombres y toros entramos, atropelladamente a la plaza. Ya separado del gentío, por laberínticos vericuetos logro escalar los peldaños hasta verme sentado (exhausto y sudoroso) a mediana altura en las gradas .Destapo la bota de vino, que en la carrera siempre protegí. Y bebo…bebo…
Una corpulenta figura, no distante, con sombrero de paja, prismáticos y cámara fotográfica en bandolera, llama poderosamente mi atención. Y me le acerco:
—Disculpe señor, Ud. se me parece a alguien ¿Lo conozco?
—No, joven, soy norteamericano, periodista…no creo conocerlo…pero welcome, Tome asiento please…
—¿Desea vino? Beba un trago que la ocasión lo merece.
—Ok, no se lo voy a despreciar…thank you. Ningún carnaval de los que he visto pueden compararse con estas fiestas.
—Usted es…!¿pero cómo!?…no puede ser…
—Joven, en este mundo todo es posible. Siempre he participado del San Fermín y el del 2017 no me lo iba a perder…
Y sin mediar otras palabras, se lanza al ruedo, cámara en mano, listo para tomar una foto de Primera Plana.
A corta distancia observo varias tarjetas en desorden. Además de números telefónicos y direcciones, todas llevaban impreso:
ERNEST HEMINGWAY
PERIODISTA (AHORA) DEL NEW YORK TIMES.
LA ESENCIA DE NO OLVIDAR
Carmen Portillo García De Las Bayonas
Revoloteo por casa mientras busco mi maleta sanferminera, a la caza de recuerdos de otros tiempos, con las ganas de vestirme de nuevo de rojo y blanco: como siempre.
Mirando unas fotos ajadas donde aparezco con mis abuelos en sanfermínes hace más de treinta años. Observo que el traje es el mismo modelo que yo llevo ahora. Blanco con fajín, boina y pañuelo rojo. Imagino que mis abuelos vestían también igual que sus padres y semejante estos a sus antepasados. Mi maravillosa tierra, sembrada de historias épicas donde cada surco guarda secretos del pasado, y se prepara para recibir otras tantas historias variopintas del presente y futuro. Si germinaran igual que las plantas, seguro que crecerían fuertes, robustas, y darían frutos de piel roja. Carnosas y blancas por dentro. Sus verdes hojas al son del viento, se moverían bailonas mientras las flores sueltan su polen envolviendo a los pamplonicas y respiren la esencia de no olvidar. Yo también transmitiré mis raíces a los míos, para que se impregnen con esta esencia. Mientras tanto, sueño despierta.