X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LOS DE ARRIBA

Alex Merino Aspiazu

-Lo he encontrado, Señor.
-¿Está usted seguro?
-Completamente, Señor.
-¿Y cómo lo sabe?
-Lo he visto con mis propios ojos, Señor. Es lo que estábamos buscando.
-¿Lo tiene en el telescopio?
-Sí, Señor.
-Déjeme ver… ¿Es aquello de allá abajo?
-Sí, Señor.
-¿Y qué son esas cosas que se mueven?
-Son gente, Señor. Seres humanos se hacen llamar.
-Seres humanos… vaya un nombre pretencioso. Además, míralos, parecen asustados, no paran de gritar.
-Creo que lo llaman risa, Señor.
-Explíquese.
-Es lo que sucede cuando se divierten, Señor.
-Divertirse… Me dirá que también lo de ser perseguidos por las bestias lo hacen por gusto.
-Así es, Señor.
-¿Es que todos los terrícolas están locos?
-No todos, Señor, sólo algunos. Pero a esa locura a la que se refiere es lo que ellos llaman…
-Diversión, ya.
-Es algo más, Señor.
-¿Y qué más puede ser?
-Felicidad.
-¿Y está seguro de que esa cosa, la felicidad, es lo que buscábamos?
-Eso creo, Señor.
-¿Y cómo pretende entablar conversación con ellos si no habla su idioma?
-Hay una frase que repiten mucho. Creo que significa «hola».
-¿Y cómo es?
-Gorasanf Ermin.
-Muy bien, prepárese para descender. Tráigame eso… ¿cómo era?
-Felicidad, Señor. Descuide, está por todas partes. 

UN BLOODY MARY EL 14

Eva B. Elizalde

Adoro la frescura mañanera de Iruña el 5 de Julio. Nada tiene que ver con la de Barna. Tengo que ir a la Curia, la abuela me espera. Le acompañaré al mercado a hacer la compra sanferminera. Casi nadie de los que estaban, hoy están.

Ella no recuerda… y yo me alegro.

Prepararemos lo de siempre; ajoarriero, magras y las lechezuelas para el 7. Adoro verle sonreír con la mirada perdida cuando revisa sus 53 pañuelos que esconde como tesoros. Vive los Sanfermines con todo el protocolo recurrente con el que cree se debe hacer, aunque ella no recuerde, o a mi me cueste entenderlo….

Siento nostalgia con la frescura mañanera del 14. Me alivia. Acompañaré a la abuela a su cita secreta. Después de La Octava, iremos al Iruña.

La siento nerviosa subiendo la Chapitela. Nos sentamos en la mesa de siempre, pedimos un Bloody Mary y esperamos.

Hoy no llega.

En su mesa, un joven también guiri, termina su Bloody Mary. Nos mira con complicidad, sonríe y coloca su pañuelo sobre la mesa. La abuela lo recoge, el 54, recuerda… y yo me alegro.

Ojala esta noche, en alguna barra de la Navarrería, encuentre un primer pañuelo que no me permita olvidar. 

MADRUGAR UN 7 DE JULIO, MERECE LA PENA.

Marta Royo Gonzalez

Sabor a vino y patxaran, olor a gente de todas clases políticas,sociales. Horas de andar, beber, bailar, saludar. Estoy feliz, sonrio recordando ayer. Satisfecha, doy media vuelta entre sábanas. Fuè un día bonito. Ya sabes; ( noches alegres , mañanas tristes, decía siempre mi padre). De fondo oigo una jota. Entre ausente y cercana «la que hoy te reza, la que hoy te canta»… Mi madre a cerrado las puertas que separan mi habitación de la cocina, improvisada sala de ensayo, cada 7 de julio, pero no a evitado que salte al oírles. Queda poco más de una hora. Hoy es día grande, de punta en blanco y rojo, abro la puerta con cuidado, ella como cada año, a llegado puntual a su cita, ultiman su canto al santo, emocionados. Una calle zapatería abarrotada les espera. Hoy guardar la primera fila es deporte de riesgo. Su parada está en la plaza del Consejo, donde no cabe un alma más. Donde cada año, lágrimas, aplausos y vivas hacen que se erice la piel y se ensanche el alma. Madrugar un 7 de julio en Pamplona, merece siempre la pena. Este año, habrá un hueco en la plaza, pero ese Viva! Sonará más alto que nunca.