XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL SUEÑO DE CARLO

Manuel Fernandez De La Cueva Villalba

– Carlo, ¡despierta, despierta!, vámonos a los encierros.
– ¿Qué? ¿A estas horas? ¿Pero dónde vas?
– Pero Carlo, ¿a qué hemos venido a Pamplona? ¡Vamos chico que hay un ambiente que te mueres!
– No, no. Vete tú –dijo Carlo-. Yo prefiero soñar la realidad, soñar con la ciudad, con su gente, con los colores blancos y rojos que cubren Pamplona. Prefiero vivir el encierro desde mi pensamiento.
– Pero Carlo, ¿estás bien? ¡No me lo puedo creer!
Carlo no hizo caso y, enrollándose con el edredón, se dio media vuelta y continuó durmiendo. Mientras tanto su amigo decidió no perder más el tiempo y, cerrando la puerta sin hacer ruido, se marchó. Al llegar a la calle Estafeta los impacientes murmullos, los intranquilos corredores y el cielo azul se mezclaron con los inquietos colores rojos y blancos que invadían la calle. Los allí presentes se saludaban y le saludaban dándole ánimos y deseándole suerte. Fue entonces cuando comprendió, aún nervioso, que él era el protagonista del sueño de Carlo.
 

EL SUSTO

Lázaro Domínguez Gallego

Uno de eneeero, dos de febreeero, tres de maaarzo…siete de julio San Fermín, así cantaban a viva voz todos los pamplonicas para comenzar las célebres, populares y ya internacionales fiestas del Patrón de Pamplona. A las ocho en punto de la mañana del siete de julio comienza el impresionante, emocionante y sobrecogedor espectáculo de la salida de los toros bravos camino de la Plaza. Es el primer encierro de los Sanfermines. Una muchedumbre numerosa de mozos ataviados de blanco, faja roja y pañuelo rojo al cuello esperan a los morlacos que salen de los corrales, protegidos por los cabestros, con ímpetu y furia propias de las reses bravas. Comienza el maratón. Todos corren precipitadamente, como un ejército perseguido por tanques velocísimos, tanques de carne y hueso con cuernos puntiagudos, que son verdaderos puñales en la testuz de los astados. Un muchacho es alcanzado y corneado ligeramente, y cae al suelo. La persecución continúa. Al muchacho lo llevan rápidamente en ambulancia a Urgencias. Se ha salvado. No tiene nada importante. El mozo dice: “Thank you, Saint Fermín blessed, protector of the corridors”.