XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


REBELDE SIN CAUSA

Raúl Lazo Bravo

Solo tenía idea de los Sanfermines por medio de las películas, programas de televisión y de libros que llegaban a mis manos por casualidad. Cuando escuché la palabra Chupinazo me causó mucha risa, nunca había estado en Pamplona, creo que esperé mucho tiempo para conocerte Pamplona, ahora estoy en uno de tus hospitales tratando de recuperarme de una cornada mezquina que me infligió un toro enorme, negro como una noche sin luna y tan fuerte como las ganas de volver a sentir otra cornada en mi frágil cuerpo que no se amilana con esta advertencia que se desvanecerá en el tiempo.

Ahora sé que se siente correr por tus calles tratando de que aquellas bestias sin escrúpulos no te lleven por delante y sea un escombro humano desparramado en el suelo. La adrenalina, el estremecimiento solo se puede vivir cuando eres parte de esa fiesta que algunos la llaman una locura de la civilización. Aspiro volver a escuchar el Chupinazo y saltar de la emoción que transmiten las personas que gozan de estas fiestas. Espero con ansias el año que viene estar nuevamente aquí tratando de domar a la bestia que llevo por dentro y sentir la próxima cornada.
 

BORRÓN Y CUENTA NUEVA

Franz Kelle

Algunas malas elecciones convirtieron los diecinueve en una edad difícil. Llegó junio y soltó lastre: adiós a Derecho y adiós a la novia. Y ahora, ¿qué?
En esas, una noche un amigo le dice que su hermana se va de sanfermines a casa de sus tíos. ¿Nos apuntamos? ¡Nos apuntamos!
Mala racha, verano, primer viaje largo con amigos: los ingredientes perfectos para pasar una semana enorme. Las preocupaciones perdieron el paso en la escalerilla misma del autobús, un chuletón del Baztan engrasó los circuitos. Charlar con unos y con otros hasta el amanecer le hizo constatar que sí, que las cosas son así de sencillas. Y el beso a aquella chica culminó el retorno a la alegría.
En apariencia, volvió a casa una versión ojerosa de aquel chico. En realidad, era un tipo nuevo: el mismo ya que escribe esto, veinticuatro chupinazos después. El mismo que se sorprende de que haya quien no entienda que algunos crucen océanos por disfrutar la vivencia más imborrable.