LAS BOCAS ABIERTAS
Mikel González Parra
No pudimos convencerla para que se quedara ni al concierto. El siguiente lunes ella trabajaba, y tenía que madrugar para coger el vuelo. Hasta el julio que viene, nos prometió. La abrazamos y la vimos perderse entre la multitud, a contracorriente en la marea roja y blanca que venía hacia la Plaza de los Fueros.
Cuatro años tardó en volver. Fueron los primeros sanfermines de Hans, y la primera vez que lo veía en persona. Era todavía más mono que en las fotos que nos enviaba su madre. Tenía la misma naricita respingona que ella, y el mismo pelo rubio que su padre. La boca, abierta de par en par, de asombro. Nunca había visto un gigante.
En eso se parecía a mí. Llevaba tanto tiempo sin ver uno que ya había olvidado su aspecto. Igual que Hans, abría la boca de par en par, aunque bostezando. Había dormido tres horas, y a estas edades las resacas eran cada vez peores.
También había olvidado que la fiesta no era solo por la noche. Era la primera vez en 17 años que salía tan temprano de casa, y sin vaso de txosna en la mano. Ya iba siendo hora.
GRANDES PALABRAS DE UN PEQUEÑO GIGANTE.
Maia Solange Skorupsky Añasco
Hoy mami me ha puesto la computadora temprano para que vea mis toros, digo míos porque los quiero, porque me encantan; porque el tío Julio me trajo de regalo cuando nací y es mi peluche favorito desde que mis manos lo tomaron por primera vez.
El martes soñé que estaba ahí, que mami me puso una camisa blanca con un saquito azul y que el tío me llevó con él. Corrimos mucho, reímos tanto siempre viendo hacia atrás para estar alerta. Tomamos una subida, el tío me hizo hacia un lado contra un alto paredón y allí aguardamos unos instantes. Todos saltando, sombreros volando; ese día yo fui uno más, aunque jamás he estado allí.
Mami también estaba, nos saludaba orgullosa mientras tío Julio daba el suspiro mas hondo que he sentido, un suspiro de victoria, un suspiro ganador.
Es la hora del almuerzo, ya traen mi sopa puedo sentir ese aroma. Oí decir al médico, que pronto estaré en casa, asique podré soplar las velas este cumpleaños. Todos los años seguiré pidiendo lo mismo, mucha vida para soñar; y algún día mi propia historia del siete de Julio poder contar.