A SAN FERMÍN PEDIMOS…
Rubén Mina Pérez
Suena el despertador, a tientas consigo por fin apagarlo. El rojo intenso del reloj digital marca las seis de la mañana del día siete de Julio.
Apenas he podido conciliar el sueño a pesar del uso de tapones, debido a la jarana y el bullicio de la juerga nocturna Sanferminera que se cuela por el balcón de mi dormitorio que da a plena Calle Mercaderes.
Me desperezo y me estiro. Decido darme una ducha de agua fría y vestirme de gala para la ocasión. Siempre impoluto de blanco y rojo siguiendo la tradición, con mi camiseta y pantalón sin faltar el pañuelico, la faja y mi estampa de San Fermín en el bolsillo como complemento y seguro de vida a todo riesgo.
Dosis doble de cafeína y tostada de pan con mermelada para llenar el estómago antes de partir.
Salgo de casa, periódico en mano. Son las siete menos cuarto y me dirijo hasta la Iglesia de San Lorenzo para recibir la bendición antes de correr el encierro. Momento de reencuentros y abrazos con corredores habituales después de un año de ausencia debido al cáncer que me consumió, pero no me venció.
¡Vuelvo a correr!. ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!.
ZENZENZUSKO
Nieves Vizcay Cruchaga
Cada anochecer en la plaza consistorial , el cotidiano festival dónde fulgurantes y estruendosos cohetes salen despedidos desde el bastidor y los cuernos de un curioso animal de metal y cartón , convoca a un mar blanquirrojo de almas dispuestas al reencuentro con el terrible minotauro de fuego .
Durante unos minutos aquella marea de cuerpos infantiles se transforma en un tsunami dispuesto a esquivar aquella nube de chispas volcánicas . Cuando el olor a pólvora denuncia la cercanía de la fulgurante y rugiente fiera dejo que la ola me arrastre hasta alcanzar refugio en el vano de un portal. Desde allí escucho los gritos de regocijo y miedo entremezclándose con los estampidos de la traca que encaramada al caballete y las defensas del singular astado avanza sobre los adoquines . La sinfonía acaba con un coro de lamentos y toses provocadas por el humo que nos envuelve anunciando el final del encierro del toro de fuego .
La calma regresa a la calle mientras la infernal bestia , oculta en la penumbra y el silencio de la noche ,vuelve desarmada al almacén del ayuntamiento . Allí descansará hasta que su explosivo y luminoso cuerpo reaparezca en la noche sanferminera .