XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


VARITA MÁGICA

Pilar Añíbarro Aguado

Al ponerle fecha a un sueño se convierte en meta. El hada madrina apareció en la habitación 204, el pañuelo rosa de la cabeza se transformó en un rojo intenso en el cuello y las sabanas blancas en un impecable traje blanco. Adiós al pijama y a la bata. Las zapatillas de pana lucían como unas alpargatas dispuestas a realizar el recorrido. La muleta adquirió la forma de cachaba y el liquido amarillo de la quimioterapia ahora era una buena botella de vino blanco de Navarra Despedida a las infusiones y jarabes. En vez de enfrentarse al quirógrafo seria otro su rival, estaba dispuesta a torear a la muerte. Las banderillas por inyecciones y los informes médicos adquirieron la forma de un colorido programa de fiestas. Unas tapas en vez de pastillas y un estupendo chuletón con pimientos la permitirían olvidar el pescado cocido y la sopa. Los sonidos de los cohetes que avisan el comienzo del encierro sustituirían al timbre para llamar a las enfermeras. La fecha: el 7 de Julio, la meta: San Fermín. Animo y al toro. 

MI PENÚLTIMO PELDAÑO

Santiago Navascués Ladrón

Siempre soñé con ir a los Sanfermines de Pamplona. Cuando, siendo niño, los veía por la televisión, mi mente viajaba hasta la Estafeta, deseosa de recorrer lo viejo al son de las charangas, envuelto en el bullicio de una ciudad libre y viva como ninguna.
Cuando lo tenía todo dispuesto, las maletas preparadas y el hotel reservado, recibí un aviso que desbarataría mis planes: tuve un accidente de tráfico en la madrugada del seis de Junio, penúltimo peldaño de la escalera.
Hoy, un año después, tras una dura rehabilitación que sólo yo conozco, esta fecha siempre la recordaré como mi segundo nacimiento. El bullicio que anhelaba vivir se escucha hoy en mi interior con mucha intensidad.
Estoy en mi casa, frente al televisor. Miles de personas en la coqueta Plaza del Ayuntamiento festejan la vida empujados por un contagioso júbilo que todo lo alcanza. Pamplona aún queda lejos para mi, pero el txupinazo ha estallado también en mi interior, pues un 6 de julio, en vísperas del patrón de Iruña, volví a nacer tras despertar del coma.
Volver a Pamplona será el final del camino de esta inesperada etapa. Vendrán otras.
Ya falta menos.