XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín 2019


Como la instalación de la Tómbola, la elección de los carteles de fiestas y de la Feria del Toro, la colocación del vallado, la publicación de las pancartas de las peñas o la celebración de la sampedrada, el Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín constituye una de esas citas tan ineludibles como entrañables del final de cada cuenta atrás sanferminera.

Cada mes de mayo, los miembros de esta asociación aguardamos la llegada de los cuentos que, inspirados y ambientados en los sanfermines, nos acompañan durante estas semanas.

Gracias al apoyo de patrocinadores, colaboradores y jurados, año tras año este certamen literario se consolida como uno de los más populares de nuestra tierra así como el más internacional. En la presente edición, se han presentado a concurso más de 400 cuentos, procedentes de 16 países, desde Uruguay a Estados Unidos, desde Gran Bretaña a Austria, pasando por Perú o Italia. Esta participación nos da idea, un año más, tanto de la universalidad de nuestras fiestas como del éxito de esta convocatoria.

Confiamos en que el librito que tienes entre manos te ayude a disfrutar y saborear distintos aspectos de nuestras Fiestas de San Fermín, mientras vemos con ilusión cómo se acerca el anhelado mediodía del 6 de julio.

Libro XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

Fue Perogrullo quien dijo que hay mil maneras de vivir los Sanfermines. Es un tópico que a nadie se le escapa, del mismo modo que hay mil maneras de escribir sobre nuestras fiestas, mil miradas a unos días que ofrecen tantas y tan diferentes facetas. Así, en este XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín nos encontramos con temas que ya han sido habituales en otras ediciones, como la nostalgia, el amor, los recuerdos —o la falta de ellos, por culpa del Alzheimer—, las lloradas ausencias, la infancia, Hemingway, el santo, los gigantes y, sobre todo, el toro, siempre el toro, protagonista eterno y narrador.

Además, de unos años a esta parte, también se abren paso otros argumentos, como la igualdad o la violencia machista, con relatos que destacan tanto por su vertiente reivindicativa como por su calidad literaria.

Como decimos, aunque los temas sean recurrentes, las miradas no lo son. Y son precisamente esas miradas diversas las que enriquecen y hacen diferente, cada año, a un Certamen Internacional donde, sobre otros aspectos, destaca su carácter popular, tan propio de los Sanfermines.

Eduardo Elizalde, Idoia Saralegui y Miguel Izu

Jurado del XI Certamen de Microrrelatos de San Fermín

Primeros tres clasificados:

Ganador: «Nerea y yo» por Ángel Saiz Mora.
2º clasificado: «Horas extra» por Amaia Ambustegui Lapuerta.
3º clasificado: «La huida» por Alfonso García De Cortazar Ruiz De Aguirre.

Resto de finalistas:

clasificado: 34 pañuelos por Carmen Remírez Barragán.
clasificado: 9 horas y 25 grados por Paola Ruiz López.
clasificado: La primera vez por Francisco Javier Medina Herrera.
clasificado: Errege por Joxe Aldasoro Jauregi.
clasificado: De pacharanes y chupetes por Mirentxu Arana Lesaca.
clasificado: Por la noche, fuegos artificiales por Paula Fernández Suárez.
10º clasificado: El juramento por Julia San Miguel Martos.

Nuestra enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este XI Certamen.

Primer Premio

«Nerea y yo» – Ángel Saiz Mora

Coincidimos en una conocida confitería de Pamplona. Ella iba a pagar unas pastas y había olvidado el monedero. Me ofrecí a costear el importe y terminamos sentados frente a un café. Al día siguiente comenzaba el primer encierro de los sanfermines. Dije que no me perdía ninguno y siempre terminaba moviéndome deprisa. Ella contó que solía situarse al pie del vallado. No me atreví a entrar en más detalles, ni a pedirle el número de teléfono. Luego maldije mi timidez.

Al día siguiente apenas escuché el cántico en honor al santo, tampoco el estampido del cohete de salida. Mis ojos la buscaron entre la muchedumbre blanca y roja, mientras las pezuñas resonaban sobre los adoquines.

Hubo un herido. Me puse al volante de una ambulancia medicalizada para trasladarlo al complejo hospitalario. Vino acompañado de un ángel con chaleco naranja y una cruz roja en la espalda, igual que la mía.

Desde aquella mañana de julio miro fascinado a Nerea, convencido de que siempre hay algo misterioso en ella, porque nunca nos lo contamos todo. Quizá sea eso lo que hace que permanezcamos juntos, también nuestro hijo Alexander, a quien pusimos el mismo nombre que al norteamericano con traumatismo que volvió a unirnos.

Segundo Premio

«Horas extras» de Amaia Ambustegui Lapuerta

En el callejón saqué a uno de Wisconsin de entre las astas del jandilla. A mediodía evité que una señora de la peña La Jarana se atragantara con un frito de calamar. Y cerca de Joshepamunda guié a unos padres desesperados hasta donde lloraba su muetico de tres años, al que buscaban entre la multitud. Antes de irme a comer, aún tuve tiempo de asegurar un botón de la casaca de Caravinagre.

A las cuatro dejé una cartera en objetos perdidos. Sujeté del nudo del pañuelo a un mocé a punto de perder el pie en los fosos de la Ciudadela al atardecer. Dando una vuelta por las barracas, apreté una tuerca que andaba floja, por si las moscas. Y cerca de allí, poco antes de los fuegos, alcancé un globo que se quería ir al cielo y se lo di sonriendo a una cría que reprimía un puchero.

Estas han sido las incidencias de un día bastante tranquilo. Señor, dejo el parte donde me dijo, espero que esté bien hecho, ya que no nos han dado instrucciones como a una empresa al uso.

Adiós, me vuelvo a la peana, que mañana es el Día del Niño y me espera la chiquillería con flores.

Tercer Premio

«La huida» de Alfonso Garcia De Cortazar Ruiz De Aguirre

Ese año me fui de Pamplona el día 5. Había decidido que no merecía la pena quedarse, que me marcharía donde fuera, a cualquier sitio que estuviera lejos, cuanto más mejor. Días antes informé a mis amigos acerca de mi propósito y para justificarme ante ellos mencioné vaguedades, cansancio, deseos de cambiar, de alejarme del ruido, de las multitudes. Trataron de convencerme para que me quedara pero pronto vieron que mi decisión era firme y al final desistieron de intentarlo.

El día 5, con el sigilo de un proscrito en fuga, cerré la puerta de casa, bajé las escaleras, salí rápidamente del portal y me metí en el coche. Al arrancar di un suspiro de alivio al suponer que nadie me había visto y al constatar que, en cualquier caso, nadie de la vecindad me había preguntado con voz acusadora por el motivo de mi viaje. Al acercarme a la cabina del peaje de la autopista sentí que era la última barrera en mi huida. Entonces la vi. Viajaba en un autobús que salía del peaje en dirección hacia Pamplona. Estaba mirando absorta por la ventana. Nuestras miradas se cruzaron fugazmente.

Ese año volví a Pamplona el día 5.

Libro XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín