QUERÍA, PERO NO PODÍA
Patricia Ruiz Pérez
Estaba listo. Vestimenta blanca, pañuelo rojo. La gente vociferaba en la plaza, gritando y celebrando que el acontecimiento más importante del año iba a comenzar en apenas unos escasos minutos. Después de los clamores, pausa dramática. Silencio. Podían escucharse las respiraciones aceleradas de algunos, concentrados y nerviosos. La mayoría se toqueteaba el pañuelo con inquietud, asegurándose constantemente de que estaba bien atado al cuello. El toro, tras la valla, se preparaba para arrollar a sus adversarios. Él, ansioso, abría bien los ojos, temiendo chocarse con la lamentable realidad. Gotas de sudor resbalaban por su frente. Estaba listo. Apretó los puños, sintiendo la adrenalina serpentear por su cuerpo. Las puertas iban a abrirse. El animal sonaba enfurecido. Todos aguardaban, expectantes. Sentía fundirse entre la multitud. Iba a comenzar. Faltaba poco. Nunca había estado tan cerca de saborear su mayor anhelo. Estaba allí sin estarlo del todo. Parecía real. No obstante, pronto cayó en la cuenta de que nada de eso sería nunca posible. Se mantenía muy pegado al televisor, maldiciendo en bajito no poder despegarse de la dichosa silla de ruedas.
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Jesús Pacheco Julià
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Un poco manchadas de sangre.
Buen precio.
Preguntar por Ernest.