HORAS EXTRAS
Amaia Ambustegui Lapuerta
En el callejón saqué a uno de Wisconsin de entre las astas del jandilla. A mediodía evité que una señora de la peña La Jarana se atragantara con un frito de calamar. Y cerca de Joshepamunda guié a unos padres desesperados hasta donde lloraba su muetico de tres años, al que buscaban entre la multitud. Antes de irme a comer, aún tuve tiempo de asegurar un botón de la casaca de Caravinagre.
A las cuatro dejé una cartera en objetos perdidos. Sujeté del nudo del pañuelo a un mocé a punto de perder el pie en los fosos de la Ciudadela al atardecer. Dando una vuelta por las barracas, apreté una tuerca que andaba floja, por si las moscas. Y cerca de allí, poco antes de los fuegos, alcancé un globo que se quería ir al cielo y se lo di sonriendo a una cría que reprimía un puchero.
Estas han sido las incidencias de un día bastante tranquilo. Señor, dejo el parte donde me dijo, espero que esté bien hecho, ya que no nos han dado instrucciones como a una empresa al uso. Adiós, me vuelvo a la peana, que mañana es el Día del Niño y me espera la chiquillería con flores.
LO MEJOR ESTÁ POR DESCUBRIR
Luis Vázquez García
Conozco varios toros, el de OSborne, el de PicAsso, el de GuisaNdo, el de Falaris, el de CrEta, el de CoRia, el de MiuRa, el de LIdia, el de Nueva York, y como no, al que encierra, de los mencionados, lo mejor.