XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


COMO SIEMPRE

Sonia Vidal Rico

A contraluz, de repente una sombra dobla la esquina. Detrás, Tú.
Cabizbajo, despistado, con las manos en los bolsillos, blancos, impolutos. La blusa de la peña, para pesar de la Tere, arrugada como siempre colgada del hombro derecho. El fajín y tus rizos tardones a ritmo de paso ligero.

Nunca quedamos, ya sabemos el punto de encuentro y encontrarnos… ¡no es difícil!…En cualquiera de nuestros sitios, donde nos acercamos para sentir eso que llevamos dentro y se puede compartir con mucha gente, donde se conocieron nuestros maestros.

Alzas la mirada y dibujas una media sonrisa. Nuestros corazones se aceleran, es difícil controlar el pálpito de la emoción que sabe a gloria.
No hacen falta más palabras que las de aquel telegrama “San Fermín no empezar si sus hijas no venir”. Entonces ya fue imposible mitigar el hormigueo, adormecido durante un año, al recordar el reflejo del sol en tus negros adoquines acariciándonos la piel.

Otro año más, cuando despiertas Ciudad, cuando el calor del caldico y el huevo duro reviven las almas de los trasnochados, nosotros, sin más, nos fundimos en un sincero abrazo y al son de los txundas bailamos contigo vieja Iruña, al ritmo de tus Dianas…como siempre cada 7 de Julio.

 

EL NUEVO GOBERNADOR

Franco Adrián Sosa

Los toros ocuparon las calles de Pamplona sin previo aviso. En el noticiero de las nueve de la mañana una mujer comentaba con horror las imágenes de la ciudad tomada; una cámara mostraba desde arriba majestuosos toros de lidia que, erguidos sobre sus dos patas traseras, daban indicaciones a la gente para que formaran filas. Para las once del mediodía el noticiero había sido ocupado por rumiantes ininteligibles que imponían su idioma a toda la audiencia. Las pocas personas que lograron escapar al asedio se alejaron corriendo de la ciudad prometiendo traer ayuda del ejército español. Todo fue en vano: en Madrid y en otras ciudades importantes estos sobrevivientes del poder bovino fueron tratados como locos y supersticiosos. Hoy cualquier turista, ignorante de la situación real de los pamploneses, cree seguir asistiendo a las fiestas tradicionales de San Fermín en honor al patrón de Amiens, antiguo misionero cristiano. Tienen prohibido hablar sobre su situación con extranjeros; sin embargo, una vez al año y durante siete días, el nuevo gobernador de los pamploneses (que suele mofarse en privado de la lentitud de los bípedos) permite a un número significativo de afortunados correr por la ciudad en busca de su libertad. Sólo los locos lo consiguen.