XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


UNO MÁS

Nieves Díez Fernández

Amanecía,solo una gris y enmudecida nube solitaria, surcaba el inmaculado cielo. Tras dejar el polvoriento camino de Santiago,me acerqué. Fui despacio a ella, saboreando cada pisada, cada rincón reconocible: mercaderes,estafeta… podía sentir el latido de la ciudad, la vida que alegre se desplegaba ante mí, a medida que me acercaba a su vibrante corazón. La atravesé, o más bien, una animada marea blanqui-roja me atravesó.Unas contrariadas miradas me hicieron consciente de lo inapropiado de mi indumentaria, me sentí desplazado y ridículo con mi sombrero verde , lo guardé en la mochila en un vano intento por pasar desapercibido, por absurdo que parezca, me sentí más integrado. De improviso recordé que tenía una camisa blanca,( no tan blanca), y unos calcetines rojos que anudados, pasarían por pañuelo. Realizar el cambio, mientras la marabunta me llevaba, fue toda una proeza. De aquella guisa, por puro instinto seguí la blanca riada, dejándome guiar por ella, sin rumbo, como barco a la deriva que llega a buen puerto, por casualidad. Ya nadie me miraba y embriagado con su alegría, apretujado contra unos y otros, sin entender muy bien adónde me llevaban, sentí el fervor, sentí la pasión, me sentí uno más gritando a todo pulmón: Gora San Fermín 

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Sara Miguelena

12000 personas son las que acoge la Plaza del Ayuntamiento un 6 de julio, centenares de miles se agolpan en la plaza del Castillo y otros tantos en calles, balcones y peñas. Y Pamplona se tiñe de blanco y rojo. Pañuelicos arriba. Anhelantes.

La emoción en los pequeños saltos. Poco más de un metro veinte de cohete. «Viva San Fermín». La distancia al suelo aumenta en cada brinco. «Gora San Fermín». Un estruendo de 133 decibelios que se ahoga entre el bramido sinfín de gritos y risas. La Pamplonesa, los gaiteros, las txarangas, la música nos imbuye y de repente somos más vino que blanco. La felicidad de toda una semana por delante.

21 de abril de 2020.
(Cuando despertó), la cuenta atrás ya no estaba allí.

¿O, sí?
Y con más ganas y más que nunca: «Ya falta menos».